Página Universitaria:¿Para qué sirve la Filosofía?

*El filósofo está llamado a ser la “conciencia crítica de su sociedad” a todos los niveles.

El filosofar es una exigencia del ser del hombre. Esto explica porque desde su aparición, ha sido una actividad ininterrumpida en la historia: sin la filosofía, el hombre ni la sociedad pueden llegar a conocerse a sí mismos, parafraseando a Sócrates, y mucho menos realizarse como deberían. Pues es ella la que ofrece marcos teóricos y esquemas conceptuales que permiten hacer inteligibles la realidad óntica y humana para unificarlas en un todo dotado de coherencia racional.

Por ello, a la filosofía no le corresponde la mera ordenación o agrupamiento de los últimos resultados de las investigaciones científicas, sino su interpretación crítica, armoniosa y organizada, para construir con ellos una síntesis que represente la imagen racional del hombre y el cosmos en un momento histórico determinado. Dicha síntesis es un conocimiento nuevo, en el cual quedan comprendidos los datos y experiencias parciales de las ciencias, solo que superados y enriquecidos en virtud de su integración por parte de la razón.

En el estudio del universo, el hombre descubre propiedades que no es posible discernir en sus partes, ya que únicamente se explican a partir de la conjugación que le da la razón filosófica. Así, a través del tiempo, se ha conseguido ir resolviendo el misterio de la existencia. Igualmente, la filosofía es la que ha conquistado el entendimiento del ser del hombre y su libertad, en la búsqueda del supuesto “paraíso perdido” del Génesis; o de la construcción de su propio paraíso que es su utopía. En este sentido el filósofo está llamado a ser la “conciencia crítica de su sociedad” a todos los niveles. Se debe decir, además, que la filosofía, gracias a su reflexión crítica y sistemática, no solo tiene por objeto expresar a nivel conceptual la realidad, sino también el proyectar modelos operativos que posibiliten la transformación de esa misma realidad, tanto natural como social.

Kant dijo en alguna oportunidad, “no se aprende filosofía sino a filosofar’’, y para ello, pienso, es indispensable el contacto con los textos clásicos, contacto que posibilita de una manera viva y directa la experiencia del filosofar. La lectura e intelección de los clásicos es el verdadero método de formación en filosofía, como siempre le he insistido a mis estudiantes.

La filosofía por su misma naturaleza no puede presentar un conjunto de adquisiciones prácticamente definitivas, sino un repertorio de problemas abiertos, que es la tarea infinita en que se han empeñado a través de la historia todos sus pensadores. La experiencia de la filosofía es acumulativa y únicamente es posible asimilarla reviviendo, en la lectura de los textos clásicos, el esfuerzo de esos grandes maestros para responder a dichos problemas. Solo así el estudiante, o el estudioso, aprenderá a situarse frente a los problemas que definen su presente, pues la enseñanza de la filosofía no es la simple transmisión o adquisición de una serie de contenidos sino la puesta en marcha de la propia capacidad de pensar.

Pues bien, desde cuando surgió la filosofía quienes se han ocupado de ella, siempre han sido una minoría selecta que ha inquietado a la sociedad, como una piedrecilla en el zapato que no impide caminar a la sociedad y al conocimiento pero que no puede ser ignorada. Por algo se dice que la filosofía es una disciplina con la cual y sin la cual el mundo sigue tal cual. Sí, la filosofía no sirve para nada, pero sirve para todo. Es inútil porque ella en sí misma es solo pre-ocupación. Que se ocupen otros. 

En todos los tiempos, los filósofos han sido (y siguen siendo) encarcelados, trasterrados, envenenados, calumniados, ignorados, incinerados, fusilados, prohibidos, pero nunca han muerto sus ideas. Cabe recordar también que, desde el mismo Thales de Mileto, considerado el primer filósofo de Occidente en adelante, han sido (y son) el poder detrás del trono. Incluso, y sin proponérselo, han hecho escuelas y discípulos. Por eso siguen existiendo ellos y la filosofía.

Lo cierto es que la filosofía, a pesar de todo lo que se ha dicho y escrito sobre su inutilidad, su fin inminente o sobre la solución de sus problemas, ella misma se encarga de nunca jamás esclarecerlos. Esto es, para no perecer y continuar intacta como el ser parmenídeo. Porque para el filósofo la última respuesta vuelve a ser, otra vez, la primera pregunta, y así ad infinitum. Definitivamente, sin la filosofía que triste se volvería la vida, y el mundo.

[Fuente: Pepe Comenta]