Noviembre 20 1915, nace Silverio Pérez, el torero del pasodoble

Interpretado aquí por la orquesta del cienaguero Ramón Ropaín

El Gran Maestro del Periodismo barranquillero, Chelo de Castro, contó esta anécdota sobre este famoso pasodoble de Agustín Lara

Silverio Pérez, el famoso torero maxicano a quien llamaron El Faraón de Texcoco -nacido en esa población el 20 de noviembre de 1915- según los historiadores no se distinguió sólo por lo magistral de sus faenas, sino por ir un poco más allá de lo que exige la profesión, sino por el «extra,, el algo más de sí»que entregaba en el ruedo.

Lo trascendental fue su aportación a la tauromaquia, en la perfección del temple y que su forma de torear rompió con los cánones de esa época– señala Raymundo Vásquez Villalobos en la edición digital de El País el 2 de septiembre de 2006

-Silverio interpretaba el toreo adelantando el engaño y jalando al toro, cosas impracticables en esa época. Al embarcarlo le daba el mínimo espacio para que la res brava fuera prendida del capote o la muleta sin tocarlo. Así, alargaba dramáticamente el tiempo, que es el gran riesgo en el trazo de la suerte, y al ejecutarlas acompasadamente le daba una nueva dimensión al temple. Además, reducía de una manera increíble el ámbito entre astado y torero, formas que en ese tiempo eran desconocidas. Sobre todo, con cornúpetas cuya fiereza y violencia no estaba reducida como en la actualidad. Hasta hoy, nadie ha superado la dramática realización de sus artísticas chicuelinas, sus derechazos y trincherazos- agrega el crítico.

En 1935, llevando como equipaje 20 novilladas y 20 años de edad, Pérez viajó a España, de donde regresó a México para recibir la alternativa como matador en Puebla en 1938 de manos de Fermín Espinosa, Armillita, iniciando allí una interminable carrera de éxitos que sólo finalizaría el 1° de enero de 1953 en México, cuando  decidió cortarse la coleta, como llamaban los españoles al retiro de los toreros.

Se había hecho torero tras la muerte de su hermano Carmelo, quien falleció víctima de una neumonía en Madrid, neumonía que le fue causada por una cornada que recibiera en la Plaza El Toreo, de Ciudad de México en 1929.

Ese arrojo, esa valentía que mostraba en el ruedo -y que tanto cautivó a los críticos como Velásquez Villalobos- fue lo que llevó a Silverio a convertirse en un verdadero ídolo en México.

Silverio interpretaba el toreo adelantando el engaño y jalando al toro, cosas impracticables en esa época. Al embarcarlo le daba el mínimo espacio para que la res brava fuera prendida del capote o la muleta sin tocarlo. Así, alargaba dramáticamente el tiempo, que es el gran riesgo en el trazo de la suerte, y al ejecutarlas acompasadamente le daba una nueva dimensión al temple. Además, reducía de una manera increíble el ámbito entre astado y torero, formas que en ese tiempo eran desconocidas. Sobre todo, con cornúpetas cuya fiereza y violencia no estaba reducida como en la actualidad. Hasta hoy, nadie ha superado la dramática realización de sus artísticas chicuelinas, sus derechazos y trincherazos– escribió Velásquez en El País.

Tanta era la emoción que despertaba en sus actuaciones que el 31 de enero de 1943 el músico poeta Agustín Lara, le compuso el pasodoble Silverio Pérez, que no tardó en convertirse en un verdadero éxito mundial que aún hoy resuena en todos los lados.

Ese día, Pérez se lució en una faena frente a un toro llamado Tanguito -recuerdan los especialistas- por lo que le fue concedido cortar el rabo y las dos orejas, como premio a su actuación.

Silverio, torero estrella, el príncipe milagro de la fiesta más bella. Carmelo que está en el cielo, se asoma a verte torear– reseña el pasodoble compuesto por Lara.

Por cierto que el Maestro Chelo de Castro, desde Barranquilla, cuenta que ese tema no era para Pérez sino para Carlos Arruza, otro torero de grandes ejecutorias. 

Por cierto que el Maestro Chelo de Castro, desde Barranquilla, cuenta que ese tema no era para Pérez sino para Carlos Arruza, otro torero de grandes ejecutorias.
Por cierto que el Maestro Chelo de Castro, desde Barranquilla, cuenta que ese tema no era para Pérez sino para Carlos Arruza, otro torero de grandes ejecutorias.

Cuenta el insigne periodista e historiador, que Lara le pidió a Arruza que fuera a su casa, pero el matador desatendió la invitación. Por eso, Lara eliminó el nombre de Arruza y puso a Pérez. Esto fue lo que contó el Maestro Chelo el 4 de mayo de 2013:

Por cierto, hay una anécdota en torno al famoso paso doble de Agustín Lara que el insigne compositor creó para un famoso torero mexicano que invadió y enloqueció de emoción a los aficionados hispanos, pero que personalmente se decía que era un hombre engreído de su arte taurino. Agustín Lara lo mandó a llamar a su residencia, pero el torero dicen que nunca atendió su llamado- señala el Maestro y agrega:

-¿Qué hizo Lara? ¿Qué se dice cuál fue su reacción? Cambió de nombre el paso doble y alteró un poco de prisa algunas frases de su letra, pero no todas. El nombre borrado por Lara? Carlos Arruza, hombre de porte elegante, de elevada estatura, de ademanes como felinos, con los cuales enfrentaba a los toros de 600 kilos a los que tenía que enfrentar en las plazas públicas de España, como de México y otros países iberoamericanos.

¿El nombre sustituto? Silverio Pérez, torero azteca (“azteca y español”, dice la letra del paso doble, como era el gusto de Lara armonizar las dos razas en varias de sus inolvidables canciones- finaliza diciendo Chelo de Castro