Las recientes encuestas realizadas por varias entidades dedicadas a las mediciones respecto a las diferentes tendencias políticas en Colombia, nos hace concluir que la polarización de la que tanto se ha venido hablando en los últimos meses, no es un fenómeno generalizado entre los ciudadanos a los que no les interesan las diversas tendencias políticas que hoy en día persiguen mostrar su hegemonía, a través de lo que se ha denominado el enfrentamiento de las ideologías, relacionadas con la vinculación a determinada agrupación partidista, a las cuales no se encuentra afiliada la mayoría del pueblo colombiano, el que siempre ha estado ubicado más en el centro que de la derecha o la izquierda, así quedó evidenciado en la más reciente de estas mediciones en la que más del 50% de los encuestados no sabe si votará.
Por eso resulta llegar a la fácil conclusión que es posible la existencia de una profunda polarización política en nuestro país que se incrementará a medida que transcurra el tiempo, la cual se evidencia más que todo entre los grupos que se encuentran en los extremos, ya se sabe que entre ellos no tiene cabida el diálogo, pero sí los permanentes insultos y un dogmatismo excluyente, tanto de izquierda como de derecha.
Ante esto, un gran conglomerado de la sociedad colombiana se encuentra expectante, con sus grandes problemas sin resolver en medio de estos grupos antagónicos y siempre con las esperanzas puestas en que en las próximas elecciones presidenciales sea elegido un presidente como lo merece el pueblo colombiano.
En el mes de mayo del próximo año será el debate para elegir el nuevo Presidente de la República, pero es en este 2021 cuando deberán definirse y estructurarse los elementos determinantes del nuevo mapa electoral en Colombia.
Lo que no está claro es hacia dónde irá Colombia, con una economía quebrantada, el desempleo disparado y si su dirigencia sigue dividida, enfrascada en enfrentamientos mezquinos, divagando y perdiendo tiempo valioso, mientras comienzan las conjeturas respecto a la campaña presidencial.
Si seguimos escuchando desde el Ministerio de Hacienda las propuestas de nuevas cargas tributarias para la clase media vayámonos preparando para que la elección la gane una oposición radical y populista, independientemente de cuál sea el nombre del candidato.
Lo cierto es que de la polarización no puede esperarse algo diferente al ahondamiento de las diferencias; lo que se necesita en Colombia son posiciones políticas con verdadero diálogo y entendimiento auténtico y civilizado, no centrado en los permanentes improperios y descalificaciones personales, un fenómeno que ha hecho aflorar dos países políticos completamente diferentes.
Un país “lengua larga” que anuncia siempre cambios inminentes y otro país real, convertido en un gigantesco problema social, cuyo eje es la insuficiente equidad.
El desinterés de la juventud por la política es una clara demostración de su actitud frente al modo habitual de hacer política, la que no les atrae en absoluto.
Seguramente en el marco del próximo debate proselitista que comienza a aflorar, seguiremos escuchando hablar de revolución, de cambios, de políticas de izquierda, de renovación social profunda y de cosas parecidas, pero mucha gente las oirá con verdadero desencanto.
Amanecerá y veremos.