Eduardo II, tras haber sido obligado por el Parlamento a abdicar en favor de su hijo, es brutalmente asesinado en el castillo de Berkeley, en Gloucestershire (Inglaterra), por orden de Isabel de Francia, a instancias de Mortimer, su amante. (Hace 692 años)
Dimitió del trono el 21 de enero de 1327 y encarcelado acusado de homosexualismo, se dice que tuvo una muerte terrible:. “Que muera por donde ha pecado” habría sido la sentencia
Quizá la primera vez en se tocó de manera frontal y directa el tema de la homosexualidad en Europa, fue cuando el extraño y misterioso dramaturgo del siglo XVI, Christopher Marlowe, se refirió al rey de Inglaterra Eduardo II Plantagenet. El escritor defiende el derecho que tenía este monarca a su intimidad sexual, pero Isabel de Francia –esposa del soberano a quien apodaron la Loba- no pensaba lo mismo…
Eduardo, desde muy joven, había manifestado su tendencia. Su padre Eduardo I, uno de los mejores reyes que tuvo Inglaterra, trató de que enderezara sus pasos, pero todo fue inútil. Su hijo, encaprichado con un francés, Piers de Gaveston, se entregó a un idilio desenfrenado, que pasaba por encima de las conveniencias sociales, de los lazos familiares y de los propios intereses del reino.
Eduardo I aún quiso imponerse y antes de morir ordenó el destierro de Gaveston, pero el heredero, apenas falleció su padre, corrió a buscar refugio en los brazos del francés.
Gaveston, bien pronto comenzó a enriquecerse y a adquirir un poder tan desmesurado, que le granjeó el odio de toda la nobleza, y llevó todo aun nefasto final.
Eduardo II, si bien no sentía ningún gusto por las mujeres, estaba obligado a casarse, y para ello viajó a Francia, donde tenía que contraer nupcias con Isabel, hija de Felipe El Hermoso.
De temperamento recio, despiadado como el de su padre, Isabel llegó a Inglaterra y al darse cuenta de lo que pasaba entre Gaveston y el rey entró en acción y tras algunos movimientos políticos con la nobleza, el favorito del soberano cayó asesinado.
HUGH DESPENCER (O DESPENSER)
Aunque el rey sufrió muchísimo tras la muerte de Gaveston, y se vengó de manera muy cumplida de la nobleza pronto encontró un sustituto para su caído compañero.
Un noble inglés, Hugh Despencer, de cuya estirpe nacería la princesa diana (Lady Di), hombre decidido y codiciosos, muy pronto se convertiría en el “Rey sin Corona” de Inglaterra.
Si el francés había conseguido ingentes riquezas como amante del monarca, Despencer lo superó con creces. Director de las finanzas del Tesoro, tenía poderes omnipotentes y omnímodos, tanto que los historiadores llegaron a llamar a esta época “El Reinado de Despencer”.

En su obra Los Reyes Malditos, Maurice Druon cuenta que Eduardo, urgido de tener descendencia, pero incapaz de acceder en el plano sexual a Isabel, introducía a su nuevo favorito en la alcoba nupcial, se entregaba con él a todo tipo de juegos hasta encontrar la excitación y conseguir la erección, que le permitiera realizar el acto de procreación con su esposa.
Mientras tanto, los excesos y exuberantes demostraciones de dinero de Despencer, condujeron al paroxismo a la nobleza. Se notaba que la catástrofe era inminente.
LA ESPANTOSA MUERTE DEL REY
Todas estas circunstancias, habían hecho que Isabel La Loba, cayese en brazos de Roger Mortimer, un conde muy cercano al trono. Aprovechando que Eduardo la había enviado a Francia –para que tramitase nuevos acercamientos políticos- ella y su amante levantaron un formidable ejército que invadió a Inglaterra, al que se unió una nobleza airada y resentida por las intrigas y enriquecimiento de Despencer.
Bien pronto, el odio de Isabel hacia el amante del rey, logró su objetivo. Fue apresado y ejecutado, teniendo buen cuidado de que experimentara el mayor sufrimiento posible. Fue ahorcado –pero no hasta la muerte- a fin de que padeciera los demás tormentos: castración, destripamiento y descuartizamiento.
Aún peor fue la suerte de Eduardo II. Capturado por los insurgentes, fue encerrado en el castillo de Berkeley, en Gloucester. Sobre su muerte se tendieron muchas conjeturas, pero los historiadores están de acuerdo en que fue una trama urdida por el conde Mortimer y la Loba, y llevada a cabo por los carceleros.
Según Marlowe, un asesino llamado Lightborne pero de acuerdo con Druon, Maltravers, Ogle y Gournay –sus carceleros- le introdujeron al monarca un cuerno hueco en el ano y luego, a través de este, la punta afilada y calentada al rojo vivo de un atizador, a fin de no dejar marcas.
“Que muera por donde ha pecado” había sido la sentencia de Tomas de Gourmay…