Defendamos nuestra región

En diferentes épocas hemos insistido en este mismo espacio editorial, respecto a la necesidad urgente e ineludible que los costeños convoquemos voluntades y unamos esfuerzos para promover el desarrollo de nuestra Región Caribe, bajo un denominador común, para lo cual se necesitan líderes que defiendan los intereses regionales ante el poder central.

Si algo se ha hecho en ese sentido ha sido parcialmente, porque no ha habido un movimiento continuo y aquellos proyectos a los cuales se les auguró un promisorio futuro, se evaporaron rápidamente, por ejemplo, el puerto de aguas profundas.

Esa falta de unidad de conciencia para defender lo regional es por la carencia de líderes, también le ha abierto espacios a la subestimación del poder central, porque es notorio que a la Costa Caribe, no se le tenga muy en cuenta  cuando de favorecer a las regiones se trata; para muestra un botón, la  representación de los 7 departamentos que conforman  la Región Caribe en la nómina nacional es mínima, comparada con lo que reciben otros departamentos y cuando se trata de justas peticiones, como por ejemplo la conservación de un patrimonio nacional de tanta importancia como lo fue el muelle de Puerto Colombia, por donde entró el desarrollo de nuestro país, y muchos proyectos que nunca merecieron la menor atención del Gobierno Nacional.

Lo que sucede es que existe un marginamiento que pesa y este se puede apreciar en la asignación de los recursos para proyectos de envergadura; sin embargo predomina cierto conformismo entre los mismos sectores dirigentes de nuestros departamentos costeños.

La voz de quienes debieran pronunciarse, como nuestros Senadores y Representantes, no se hacen sentir en el Capitolio Nacional como se debería y la disposición se convierte en un permanente distanciamiento que anula las acciones de conjunto o de frente común, tal como en LA LIBERTAD lo hemos venido planteando desde hace algunos años.

Sobre este tema es conveniente insistir y deberá estar en la agenda de  nuestros congresistas, de los diputados, de los concejales, de las universidades, de los gremios, de las organizaciones sociales, es decir de todos los sectores, por encima de las parcialidades políticas, religiosas o de las etiquetas de los clubes sociales.

Ya va siendo tiempo que los representantes de los distintos estamentos de los departamentos costeños, incluyendo desde luego todas las esferas gubernamentales, se decidan a recortar las distancias que se mantienen y que hace cada día más rígido su marginamiento.

Otras regiones de Colombia han alcanzado las metas propuestas, por la unidad con que sus dirigentes asumen sus propósitos de interés general y que hoy estamos reclamando. En la dirigencia costeña hace falta esa tónica y la nueva generación de dirigentes políticos, que creímos podría romper ese crónico distanciamiento no se ha hecho notar en el sentido de diseñar acciones que animen la convergencia con la intención de construir todo lo que está haciendo falta.

Los tiempos han cambiado y el Atlántico, La Guajira, Cesar, Magdalena, Bolívar, Sucre y Córdoba, deberán estar en esa tónica, asimilando corrientes que le promuevan un destino que supere el atraso e impulse metas ambiciosas, con realidades que le den a la comunidad las fortalezas anheladas, es decir donde la ayuda estatal y la inversión social lleguen a todos y donde sin exclusión todos puedan participar en las decisiones y en las realizaciones.