La vida en el campo es dura y sin oportunidades

Para el Estado nosotros somos invisibles: Campesinos.

“Somos invisibles para el gobierno”, este es el sentir de los campesinos colombianos quienes se sienten huérfanos por parte del Estado al no contar con políticas y oportunidades para su subsistencia; pese a ello, su labor nunca para; sin importar lo que ocurra en el país o en el mundo, a diario se dedican a labrar la tierra para cosechar sus productos, en muchas ocasiones sin poder comercializarlos e inclusive sin recibir la remuneración justa.
Tal sentimiento que describe el campesinado quedó evidenciado ayer en la conmemoración del Día Nacional del Campesino, fecha que pasaron por alto las autoridades locales, departamental y nacional, al no darle la importa que amerita.

En su día, Diario La Libertad conoció a través de unos agricultores lo que significa el campo y lo arduo que es trabajar en él.

José Orozco, campesino del corregimiento de Puerto Giraldo, jurisdicción de Ponedera, consideró que “el día del campesino es todos los días, no tenemos un día de descanso debido a que tenemos que obtener lo que labramos de la tierra sembrando maíz, yuca, pancoger y demás para poder sostener a nuestras familias. No podemos quedarnos con los brazos cruzados porque no tenemos seguridad social, trabajo estable ni pensión”.

“Toda mi vida he sido hombre del campo junto a mis hermanos y mi papá. En mi juventud logré estudiar un poco y eso me ayudó a comprender la vida para luego regresar a las tierras porque se vive tranquilo y sabroso; aunque se sufre”, dijo el labriego.

A su vez, Orozco señaló que, “la vida es dura, uno a veces quiere trazar unos objetivos pero en el camino hay una serie de dificultades que no permiten que uno pueda continuar. Una profesión para el campesino es dura si los padres no tienen alguna ayuda del Estado es complicado. No hay políticas claras del gobierno, con las que nos garanticen una ayuda por los estragos que vivimos del clima y la creciente del río”, contó.

Por otro lado, Marlon Cabarcas Beltrán, labriego del corregimiento de Bohórquez en Campo de la Cruz, expresó: “me siento feliz de ser un campesino porque a través de nuestro trabajo llevamos los alimentos a muchas casas de Colombia. El campo me ha brindado alegrías ya que esta actividad es una forma de ganarnos la vida puesto que no disponemos de trabajo formal o un título universitario para seguir adelante”.

Adicionalmente aseveró, “muchas veces tenemos que aferrarnos y luchar contra la naturaleza, la suerte no siempre nos acompaña, cuando no es el verano nos afecta el invierno. Sumado a eso, otro de los grandes problemas que tenemos es la adquisición de semillas e insumos agrícolas porque tienen un alto precio y como agricultores se nos hace difícil ya que el kilo para sembrar cuesta 30 mil pesos y como si fuera poco no tenemos la fortuna de que no los paguen a buen precio”, sostuvo Cabarcas Beltrán.

Ante su diario vivir, agregó que el Gobierno no los ayuda, ni tampoco hace la gestión para dictarles charlas, capacitaciones, en la cuales los enseñen a manejar la tierra, hacer unos sembrados eficientes. Además es imposible adquirir un crédito para el campesino porque se debe tener una serie de requisitos que no disponen, aseguró Marlon.

“Le hago un llamado al gobierno para que no nos olvide e invierta en el campesinado y asimismo controlen los precios de los insumos porque todo está muy elevado y así se nos hace imposible seguir cultivando”, anotó.

Por último, José Manuel García, un campesino tomasino, se refirió a la fecha en que conmemora su labor en el campo indicando: “me siento satisfecho de ser campesino, aunque me habría gustado estudiar, pero mis padres en esa época se preocupaban más por mantener a uno en el campo, pero sin embargo he sobresalido al igual que mi familia, gracias precisamente al campo”.