Carta Soledeña

El Puerto y Caraballo, convertidos en “tierra firme”

*En el caño de Soledad, con puntos conocidos en su recorrido hacia el sur, y que empalmaba con la bahía de Mesolandia, sus últimos sectores están habitados.

Por: ORLANDO VILLARREAL GRAVINI

        Colaborador

Aquella expresión latina “Vini, Vide, Vince”, que se le atribuye al emperador  romano Julio César, quien según la historia “Vino, Vio y Venció”, en su tierra, la acojo, no para informarle porque sé que está enterado, si no para recordarle al alcalde de Soledad, Rodolfo Ucrós Rosales, sobre la situación que atraviesa el histórico Caño de Soledad, viaducto fluvial que transportó a El Libertador Simón Bolívar, cuando en octubre de 1830 llegó a estas tierras. Estimo que el burgomaestre desde el inicio de su gestión, hace dieciséis meses, debió expresar: “Vini, Vidi, Prometiere” o sea que vino, vio y prometió; quizás las dos primeras las manejó, pero de prometer a cumplir hay un cipote trecho.

Amables lectores de Diario LA LIBERTAD, recordemos o conozcamos el origen del Caño de Soledad, que nace en la bocaina del brazuelo del río Magdalena, en su recorrido pasa por el sitio donde  desembarcó El Padre de la Patria; una de las viejas administraciones, ordenó levantar un mini monumento en zócalo de piedras con la leyenda “Pasó El Libertador”, el que quedó en el patio de una casucha, en la primera invasión ribereña, y lo utilizan para “asolear” la ropa. Sigue bajando y su orilla occidental, se aprovecha y se construye el Mercado Público y entonces se conoce como el Caño del Mercado.

Esta arteria fluvial tuvo una amplia importancia, convirtiéndose en atracadero de lanchas ‘Johnson’, canoas, botes, etc., punto de embarque y desembarque de personas, mercancías y productos agrícolas. Pasa por el punto donde se reparan estas embarcaciones, en cercanías de La Curtiembre; continúa hasta el punto conocido como el Puerto de Soledad, conformado por un amplio terreno que se inundaba en la época invernal y afectaba al barrio La Loma, sector La Bonga y allí surge la segunda invasión. En su trayectoria hacia abajo, hace contacto al final de ‘El Pasito’, que siempre estuvo inundado, en esa zona se abrieron pozas o lagunas para transportar trozas y balsas al aserradero ‘San José’.

A propósito de ‘El Pasito’, en esa carrera con calle 15, en una acción política, organicé varias jornadas de salud e instalé dos tubos de 16 pulgadas cada uno, para el paso del agua y movilización de la gente y vehículos por la parte de arriba. Su parte final se constituye en un lecho para levantar viviendas y cegar el Caño de Soledad, tercera invasión, todas imitando lo que ya sucedió en el popular punto conocido como ‘Caraballo’, que por su también invasión, cercenamos la integración acuática con la bahía de Mesolandia del municipio de Malambo.

Si el entonces Senador de la República por el departamento del Atlántico, José Antonio Name Terán, volviera del más allá al más acá y se diera cuenta del triste deterioro del Caño de Soledad y la no circulación del agua fluvial por su cauce natural; ese político que quiso convertir al municipio de Soledad en Puerto Alterno del río Magdalena, con toda seguridad se devolvería y con esa forma de decir algunas cosas, nos dejara el mensaje “eso es lo que se merecen”.

Cuantas ciudades, condados, municipios y regiones de Estados Unidos de América, de Europa y Asia, quisieran tener un viaducto fluvial con estas características, para recuperarlo y convertirlo en un puerto como mínimo en el manejo del transporte de productos, servicios y personas. Hace muchísimos años me senté “a paños y manteles” en el barrio Las Flores, con varios alemanes que llegaron a estos lares para conocer la desembocadura, mediante “cuchilladas del río sobre el mar” y me dijeron: “Si pudiéramos transportar este río con todos sus lugares al puerto de Hamburgo de Alemania, allá otra cosa fuera”.

Se nos acabaron los balnearios naturales: Mindó, Palo de Pivijay, El Puerto, Caraballo y poco falta con las islas de Cabica, Carmona, los sectores de La Pila, Caño Viejo, La Vuelta del Toldo y Casí. En otra misiva ampliaremos en detalles sobre el Caño de Soledad, que está en UCIF, Unidad de Cuidados Intensivos Fluvial. Ovigra, Cel. 312 685 2072