Dora Alicia Rocchi Urruchurto

Por: Reynaldo Mora Mora, para ‘Tribuna Pedagógica’

La vida de Dora Alicia, fue una de las más hermosas, quienes compartimos con su agradable estar, podemos aseverarlo. Ella era toda alegría. No se trata no solo de un vivir, sino que ella toda era amor de vida. Su muerte inesperada, el pasado 22 de abril (2021), nos deja con un inmenso dolor, con una profundidad doliente en nuestras almas y corazones. Todos orábamos y teníamos la esperanza, que su fortaleza aferrada a la vida, vencería a esta despiadada enfermedad, que se apoderó en un instante de su ser físico. En nuestras charlas cotidianas, siempre la vi como una mujer fuerte, aferrada por un sentimiento religioso por la vida, creyente, generosa y una guerrera frente a los avatares del día a día. Hoy nos deja con el alma desgarrada.

Todo en Dora Alicia era generosidad y curiosidad, lo que la hacía una mujer con una inteligencia única. Sabia descubrir los detalles. Siempre se le veía animada, que nos hacía olvidar las cosas tristes. Ella sabía y tenía el tino para abrazar las ideas de aliento sabiendo alegrar nuestras vidas. Ella, inspiraba diálogo, confianza y amor. Su vida misma era un impulso a tomarse la vida para salir adelante, como lo hizo, de este modo, el ímpetu se unió con el éxito en sus quehaceres familiares, en la amistad, el trabajo y la solidaridad. Nuestro dolor es tan grande por su partida repentina, que tenderemos cierto tiempo en asimilar esta ausencia en nuestras vidas, en el entretanto, mantenemos nuestra profunda tristeza que alienta cada uno de nuestros recuerdos con Dora Alicia.

Podemos relacionar todos esos momentos con el dolor que hoy nos angustia, con ese conocimiento profundo que ella tenía de nosotros. Era una de sus virtudes, que particularmente siempre admiré en ella: examinaba, interrogaba, relacionaba, para ir armando el ajedrez de conocimiento de nuestras vidas. Su culta vida le permitió lo suficiente para dialogar y comentar como sabía hacerlo todos los lunes ante nuestras publicaciones en el diario “La Libertad” de la ciudad de Barranquilla. Fue una mujer entregada a propósitos, supo acompañarnos, por ejemplo, en el estudio del estado del arte del Proyecto de Investigación, “La construcción de una nueva higiene ciudadana, familiar, escolar y social”. Su disciplina del día y la noche era otra de sus virtudes. Siempre la vimos empoderada cuando comentaba o hacia algo, y lo ordenaba con los colores de la vida, porque Dora Alicia amaba entrañablemente la vida, por eso nuestro inmenso dolor.

Dora Alicia era un ser extraordinariamente maravilloso. Era un lindo tesoro, de esos que siempre queremos que permanezca con nosotros, personas como ella no deben morir. Ella sabía extraer los secretos de nuestras vidas. En su alma y corazón siempre estuvo inscrito el conocimiento y el tema por lo que amaba y sentía. Por eso, todo lo de ella permanecerá como un elemento vital de nuestro existir. Después de estos días de dolor desde cuando enfermó, fueron días y noche de ruego por su salud, ahora lo hacemos por su alma, que ya subió al Reino de los Cielos. Nos resulta increíble su partida. Ella era alegría para nuestras vidas. Animaba nuestro entorno. Ahora ella se ha unido al Dios del Cielo, para que desde allá nos derrame sus bendiciones que en vida siempre lo hacía: es el encuentro de ella con Dios. Ahora quedan sus hijos, su familia y quienes la admiramos y queremos: nos unimos para asegurar su continuidad entre nosotros, gracias a todos sus recuerdos y bondades. Ahora ese es nuestro papel: abrir permanentemente las ventanas de los recuerdos para que ella siga permeando por siempre nuestras vidas.

En Dora Alicia presenciábamos un orden de la razón, del trabajo, del amor y de la disciplina que la empoderaron, tal como quienes la conocimos y tratamos, podemos aseverarlo. Con estas competencias irrumpió nuevamente en su amada Colombia, en el momento, en que su otra patria, Venezuela, no le permitió continuar en lo que ella degustaba en su vida: el trabajo y su familia. Ella tenía la agilidad y experticia para sacar avante sus sueños. Su vida, puede decirse, fue una organización dialógica entre lo racional y lo emocional. Decimos, que, en su esfuerzo por conquistar sus sueños y el entorno, supo asumir posiciones, refluyendo en la mujer lo aprendido en la Universidad Central de Venezuela y en la vida, entrando por las puertas del empuje: fue una mujer decidida. Este confinamiento, en las charlas con ella, nos decía, que parecíamos que “vivimos en un mundo irreal, donde todo quedó roto”, por todo lo que ha sucedido, por ejemplo, su partida prematura del mundo de la vida. Por ello, no hay más solución para nosotros, aún después de esto, que el de vivir siempre de sus recuerdos-relatos, que constituyen el carácter esencial del sentimiento que por ella tenemos.

Dora Alicia era una mujer de charla alegre, sabía sostenerla en temas, que a veces, quedábamos fuertemente impresionados por su lucidez mental. Una abundante literatura daba cuenta de su inteligencia, supo aportarnos información valiosa para procesos investigativos que venimos adelantando. Podemos decir, que su prudencia, la hacía sabia, era cauta para evitar errores en el diálogo. Era una mujer de sonrisa fácil, alegre, de finas costumbres. Su escritura era engalanada de una prosa rica de leer. La “patientia”, al mejor estilo de la obra de M. Yourcenar (Las memorias de Adriano), fue otra de sus virtudes. Así la conocimos: irradiaba una desenvoltura respecto a las temáticas que con ella manteníamos. Por todo ello, este 22 de abril, nubla nuestras almas y corazones. Dora Alicia, solía acompañar su conversación con elegancia, y con un fino humor, pero, siempre interrogando, queriendo encontrar respuestas, era un continuo para llegar al hecho que hacía parte de su conversar. Hoy, todas las manifestaciones son y serán de gratitud eterna por su compartir con nosotros. Nosotros, en esta vida seguiremos captando sus recuerdos imborrables a través de su mirada, con la cual nos alegraba, y, lo hacía para expulsar del espejo de nuestras vidas todo asomo de tristeza, pues, Dora Alicia siempre acariciaba la alegría. Captaremos su risa alegre, porque su vida fue pasión por lo que emprendía, y, es que su muerte prematura nos sigue sorprendiendo con inmenso dolor. Ella inspiraba larga vida. La vida era el concepto ideal de su orar diario, porque hasta el último día de nuestro compartir-oraciones, nunca pudimos imaginarnos esta partida repentina. Nuestras almas y corazones están penetrados hoy de sus recuerdos. Dora Alicia seguirá latente en nosotros como el supremo gesto de todos nosotros hacia ella. Es difícil aceptar ese aciago 22 de abril, lo que nos demuestra cómo caló en nosotros ese compartir. Hoy todo se transforma en un profundo dolor.

Reconozcámoslo: es duro esta aceptación. Hoy nos queda la visión colectiva hacia Dora Alicia que apacigüe nuestro dolor, que fortalezca aún más nuestros sentimientos eternos hacia ella, que como un ángel ya llegó al Cielo, para reunirse con los suyos: es la identidad eterna, es la historia de su vida en todos los tramos de su existir, es la melancolía por recordar cada trazo de su vida. Nos deja su memoria como ese espectáculo didáctico para decirnos, “sigo con ustedes, porque ustedes están en mi”, lo que provoca el sentimiento de nuestros corazones para callar nuestro dolor que coexistirá en toda su familia y amistades. Hoy, todos nos sentimos afectados, porque ya no está físicamente con nosotros, lo que comprime nuestro pesar, para da sentido a nuestros sentimientos hacia ella como ese abrigo que en vida nos dio: hoy quedan convertidos en el imaginario de nuestros vivos y lindos recuerdos.

Nuestras condolencias para sus hijos, sus hermanos, para toda su familia. Paz en su tumba. Hasta siempre entre nosotros.