[Editorial] El hampa en su apogeo

Es evidente que en Barranquilla hay que convivir con varios tipos de violencia, la que ocasionan los grupos armados organizados, la acción del hampa callejera, la violencia intrafamiliar y la que se origina por la  intolerancia ahora en medio de la pandemia.

Las noticias siguen siendo abundantes en nuestras páginas, incluyendo la narración de hechos de sangre que involucran a personas que tienen parentescos de consanguinidad y de afinidad, entre las que la intolerancia, el celo y el deseo de apropiarse de algo que no les pertenece, parecen ser las motivaciones fundamentales por las que se producen tantos asesinatos y otra cantidad de delitos aquí en Barranquilla, los cuales no son hechos aislados ni tampoco ocurren exclusivamente en sectores subnormales de la comunidad.

En todos los casos podría hablarse de un factor común y el de la necesidad de muchos de ejercer control sobre  otra persona, bien en estado de indefensión o en condiciones de inferioridad, para despojarla de sus pertenencias en las calles, en la mayoría de los casos.

Esa enfermiza manera de ver las cosas es también la que promueve en muchos individuos, quienes todas las dificultades las quieren solucionar atracando al ciudadano desprevenido en las calles de nuestra ciudad, así se trate de su propia abuela.

En esta forma podemos llegar a la conclusión que los dolores de la sociedad no se están padeciendo exclusivamente en los campos con el conflicto armado, porque más allá de las paredes, en el interior de muchos hogares también se esconden tragedias muy graves.

No hay que negar que en estos tiempos de pandemia, la delincuencia común se ha movido últimamente con el empleo de todos sus recursos insospechados y ha generado una grave situación de criminalidad y Barranquilla lamentablemente ha convertido en uno de sus escenarios.

La concurrencia de muchos factores a los cuales nos hemos referido en este mismo espacio editorial, le aportan a la capital del Atlántico altas tasas de delitos, que generan un ambiente de inseguridad y de inquietante incertidumbre.

Insistimos en que la seguridad debe convertirse en un tema de carácter metropolitano, porque la incidencia de grupos delincuenciales se presenta no solo en Barranquilla, sino que extienden su radio de acción a los municipios adyacentes.

Lo más doloroso es que nuestra ciudad, donde las autoridades hacen un esfuerzo importante para reducir los índices de criminalidad, está contribuyendo en buena medida en las cifras de violencia en el país.

La verdad es que existe una carrera de violencia que se siente constantemente y que sigue dejando hechos desconcertantes y alarmantes por las características que presentan.

Las alarmantes cifras de violencia que de unos meses para acá se presentan en Barranquilla más que causar sorpresas a las autoridades y ciudadanía en general, lo que han hecho es confirmar algo que todos los barranquilleros  sabíamos desde tiempo atrás. Tal vez lo que a diario registramos en nuestras páginas, respecto a lo que sucede en las calles de nuestra urbe, nos ha convertido en seres insensibles a los que las muertes ya no impresionan como antes.

Pareciera que el creciente ritmo de los problemas de inseguridad en todos los rincones de la capital del Atlántico se convirtieron en algo tan cotidiano que un caso más de homicidio, de atraco a mano armada, no le llama la atención a muchos.

Aseguran los expertos en el tema, que la violencia que actualmente viven las grandes ciudades proviene antes que nada del seno familiar. Sin duda, un tema para analizar y debatir.