[Editorial] Las mujeres en su día

Si existe alguna fecha que se celebre con tanto amor, cariño y  simpatía,  indudablemente es el Día Internacional de la Mujer, a quien le debemos la vida y lo que somos; todo lo que se realice para hacer sentir bien a ese ser tan especial demostrándole que ocupa un lugar de privilegio en el hogar y en la sociedad, es muy poco.

Esta celebración debería ser todos los días del calendario, porque ellas se lo merecen, es apenas obvio, que entre otras cosas tengamos una fecha especial para que los hijos recuerden a su progenitora y le expresen sus sentimientos de cariño y gratitud.

Definir lo que es la mujer entre nosotros es sin duda una tarea difícil, porque describir con palabras lo que significa ese abnegado ser para quien acaba de venir al mundo, o para aquellos pequeños que empiezan a descubrir lo que ocurre a su alrededor y a diferenciar lo bueno de lo malo, o para aquellos que están en el proceso de formación, o para quienes ya van cumpliendo su ciclo en la vida y empiezan a sentir en su propia carne el indefinible proceso de la continuación de su sangre, es un oficio además de aventurado muy subjetivo.

Tal vez por esto último es que  cada persona exterioriza el sentimiento que profesa por este ser tan querido como lo es la mujer de diferentes maneras; algunos lo hacemos silenciosamente, otros lo hacen en comunión espiritual con los suyos, muchos más llenan de manifestaciones materiales dirigidas a quien les dio la vida y no pocos convierten esta fecha en motivo de jolgorio en reunión de amigos y parientes para darle el real significado a una conmemoración que contiene tan profundo sentimiento espiritual.

De cualquier manera, todo lo que se haga hoy y todos los demás días del año para el bienestar de ese entrañable y tan especial ser, para demostrarle que ocupa un lugar de privilegio en nuestras vidas, es insuficiente si se compara con lo que hace una mujer por sus hijos desde la propia concepción hasta que las fuerzas se le agoten y con lo que se consolida su linda misión en la tierra.

Por eso hoy nos congratulamos con todas aquellas mujeres que con su valentía a toda prueba, solitarias, las que contra ‘vientos y mareas’ han vencido todos los obstáculos, superando adversidades, para consolidarse como las mejores del mundo, por esa naturaleza tan propia de ellas, se constituyen en fuente inagotable de ternura y abnegación, para abrazar y consentir a sus seres queridos y sacarlos adelante.

Todos nacimos de una mujer, razón más que de sobra para que sean consideradas sagradas; aunque a muchas mujeres conscientes de sus fuerzas y alta valía no les gusta mucho que las veneren porque no necesitan que les regalen ofrendas de afectos ya que ellas tienen capacidades ilimitadas para amar, por lo que  merecen todo el respeto y cariño del que se disponga y más porque son únicas y saben ser incondicionales como nadie.

Cada día, hora, minutos o segundos de vida, se lo debemos a una mujer, la madre, que debiéramos ver reflejada en cada una de todas las mujeres que nos rodean.

Las mujeres son seres excepcionales; muchas de ellas nunca han querido ser perfectas porque se aburrirían al no tener obstáculos que derribar en sus luchas, siempre en la búsqueda del bienestar para los suyos, por eso hay que  darles todo lo mejor que podamos en cada día de nuestra existencia.