El derecho a revocar no es para hacer política

Las revocatorias -tal como están definidas- hacen daño y generan efectos contrarios a los que se desean promover. Es un mecanismo que se ha pervertido y tiene en jaque a los alcaldes en medio de una gravísima crisis de salubridad.

Nuevamente un mecanismo de participación ciudadana es utilizado, de manera incorrecta, para hacer política en Colombia. Las revocatorias a diferentes alcaldes en todo el país, además de llegar en un mal momento, son una señal de la dificultad para entender e introyectar unas reglas básicas para el funcionamiento del sistema político.

Se produce en parte por no tener una concepción moderna de la democracia, que comprenda y asimile lo importante del sentido de las leyes e instituciones. Pero también, en parte, porque el diseño normativo deja abiertas muchas puertas, que, en algunos casos, impiden el funcionamiento de las normas y en otras pervierten sus fines.

Las revocatorias del mandato se encuentran vinculadas al bloque constitucional en lo que se conoce como los mecanismos de participación. Buscan por, sobre todo, trascender a lo que se conoce como la democracia participativa, procurar una vida ciudadana más deliberativa, participativa, activa.

En esencia fortalecen la democracia y buscan, parecido a los regímenes parlamentarios, solventar crisis de gobernabilidad; van en una buena dirección, pero su asimilación con los otros mecanismos de consulta los ha desperfilado. No es lo mismo una consulta para saber si se aprueban las corridas de toros que votar para sacar a un alcalde en ejercicio. Lo efectos en la gobernabilidad, en la institucionalidad y en la capacidad de gestión de los alcaldes es inconmensurable con relación a los impactos de una consulta taurina.

Las revocatorias -tal como están definidas- hacen daño y generan efectos contrarios a los que se desean fomentar. En muchas municipalidades del país, los alcaldes que piensan ser revocados, organizan paseos o sancochos ciudadanos para promover la abstención para que no se alcance el umbral mínimo para que sea válida la elección. Todo lo contrario, a la participación. O como está sucediendo en medio país: se utiliza la revocatoria como arma política para desestabilizar el gobierno y al mismo tiempo hacer campaña. Promover el desgobierno.

La reforma de la ley 1757 que disminuyo los requisitos para su implementación, no reestructuró de fondo este mecanismo, y al contrario, -creo- ha disparado por esa vía el uso político de las revocatorias.

Más que frenos informales, como lo acaba de hacer la registraduría al impedir las revocatorias por problemas de salubridad, urge una reflexión de fondo sobre este mecanismo de participación que ha terminado siendo pervertido. Dada su característica especial, las revocatorias no pueden ser asimiladas a otros mecanismos de participación; deberían tener un régimen especial en donde se piense incluso en la combinación de elementos de la democracia representativa con la consulta directa. Lo que tenemos ahora ni revoca, ni deja gobernar.

Fuente:Lasillavacia

#DIARIOLALIBERTAD

D.A.