Por lo menos dos millones de venezolanos pasaron esta Navidad fuera de su país.
La mayoría de ellos, muy lejos de sus familia, pero en la Noche Buena.
En la ocasión no faltaron las hallacas, que por muchas décadas han acompañado a los venezolanos en la celebración de sus fiestas.
A pesar de celebrar, el dilema de las familias venezolanas es notorio. En su cena navideña le hacen falta muchos de sus seres queridos. Por eso sus sonrisas en la “Noche Buena” esconden un profundo vacío.
«Me faltan mucho mi hija Tairisiya y mi nieta Antonela. Me duele mucho que no estén”, dice con lágrimas en su rostro Luis Alfredo Calderón, mientras recuerda a sus seres queridos y su hija, que hoy se encuentra en Venezuela.
Como él hay otros venezolanos que también tienen la esperanza de algún día poder retornar a sus países y reunirse con sus familiares.
La celebración también dejó espacio para la reflexión. Pues si bien hay bendiciones que agradecer y sueños que perseguir, también son muchas las dificultades de vivir en un país que aunque les abrió las puertas, no es el suyo, según dicen muchos que han hoy se ganan la vida en el país que le abrió las puertas, pero al cual no ha sido fácil acostumbrarse.
En la mesa tampoco podía faltar el tradicional pan de jamón y un vino para brindar por el futuro de su hija y de su nieta.
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