- Leila Delgado Almanza
- Colaboradora
Ayer, viendo la emisión del mediodía del noticiero de Caracol, me sorprendió la forma en que un contratado por los comerciantes -supongo’- de San Victorino, popular plaza de ventas de todos los tamaños y especies en el Centro de Bogotá, fumigaba literalmente a los compradores de éste, según la nota citada.
No pude más que recordar las imágenes de películas de cine y documentales de televisión y fotos de los campos de concentración de la Alemania hitleriana cuando fumigaban a los prisioneros antes de pasarlo a la cámara de gas para que lo que tuvieran encima de algún valor les sirvieran para algo en la industria nacional o en las finanzas particulares.
En este caso el objetivo era ofrecer confianza a lo compradores en su incursión en este Centro y garantizar el flujo de las ventas.
Últimamente he oído con atención las medidas para atajar al COVID, las formales y las nonsantas, como esta que comento y lo que dicen algunos entendidos en ellas, como epidemiólogos, ambientalistas, sanidad ambiental y médicos en general que recuerdan como los insecticidas de origen industrial y químico suelen ser perjudiciales para el hombre y demás organismos vivos, poco perjudiciales al hombre y de forma consecurncial bajar las defensas a los humanos que la aplican o que están cerca en el sitio de aplicación.
Precisamente en un momento en el que la población está en pánico por la infodemia tan intensa que exagera muchas veces los efectos del nuevo virus, que genera también mecanismos exóticos que pueden ser peor que la enfermedad porque los deja expuestos a múltiples patologías de la extensa gama de enfermedades tóxicas, como el Sida, respiratorias como el Epoc y otras muchas, como se puede leer en las obras del epidemiólogo y médico antioqueño Roberto Giraldo.
Cuando evocamos las primeras imágenes en la televisión local, regional, nacional e internacional comenzamos a pensar con suspicacias: la enorme cantidad de personas que salían de los supermercados con hasta dos carros de este llenos hasta más allá del tope de: papel higiénico, jabón para lavadora, jabones líquidos para manos, muchos llamados «bactericidas» (no se de qué le servirán.
Si el COVID no es una bacteria sino un v i r u s… lean bien Covid= V I R U S de la familia (de los que producen los resfriados comunes, Que se combate por los síntomas y unos tres días de reposo y las aromáticas, cuidados y calditos de la abuela ) Y que según las campañas oficiales y privadas se previene con conservar las manos limpias lavándolas bien con jabón, como lo pregona la canción infantil del muñeco «Pimpon».
Pero sigamos enumerando lo que he visto usar en casas de algunos familiares: insecticidas, desinfectantes y blanqueadores diversos; según sea el sitio de aplicación: cloro puro y en lejía para baños, ropas, pisos; traperos. Alcohol para lavarse manos, echar en los tapetes de entrada (quien osará lamerse las suelas de los zapatos?), jabón especial más fuerte para la ropa de cama y vestidos para el trabajo cuando es fuera de casa, liquido especial para fumigar los artículos que se compran en los mercados, enjuagues bucales; cremas lavaplatos y todo aquello que digan que acaba con el 99% de las bacterias»
¡¡¡QUÉ LOCURA»!!!
Colaboradora: Leila Delgado Almanza
#DIARIOLALIBERTAD