POR: Rosa pabón Baldovino
La docencia ha sido a través de la historia una labor que siempre está en pro de la sociedad, por ello, en el Curso de Práctica Profesional que tuvimos con el docente Reynaldo Mora Mora, en la Licenciatura en Ciencias Sociales de la Universidad del Atlántico, se vivenciaron circunstancias con las cuales el docente habrá de realizar su ejercicio, y teniendo en cuenta la situación en la cual nos encontramos (pandemia Covid-19), ha permitido que la educación se transforme de una manera radical, rompiendo con esos paradigmas tradicionales sobre lo que realmente significa la formación del ser humano. En la institución en la cual tuvimos la oportunidad de interactuar por vez primera con un grupo de estudiantes de segundo grado de básica primaria y maestros de este grado (I-2020), se pudo notar que la responsabilidad, el compromiso y la reflexión pedagógica son indispensables para trabajar en dicha profesión, haciendo una labor invaluable para esas almas jóvenes que están en ese proceso de interacción con el conocimiento y que obligatoriamente deben comprender que educarse funciona como un arma de liberación.
Cuando empezamos a recibir instrucciones por parte de los maestros que fueron nuestros tutores, las sensaciones fueron encontradas, pues nos relacionaba con ese ámbito por el cual hemos estado formándonos durante más de tres años y anhelando desde la básica secundaria, por ello, al encontrarnos de frente con la realidad de lo que es ser un maestro fue de gran impacto, aunque esta realidad la estemos viviendo de manera virtual, asunto que ha funcionado como inspirador de la creatividad y ha llevado a los estudiantes y discentes a reinventarse, como a adaptarse a las nuevas circunstancias y necesidades, sin perder de vista el objeto de la escuela, cual es formar integralmente.
El primer encuentro que realizamos con estudiantes y docente tutor fue por medio de la “plataforma zoom”, con la cual ya estábamos relacionados, sabiendo cómo funcionaba y con qué finalidad se estaba usando, estando enteradas también de la situación tan compleja que nos llevó a la virtualidad, la presentación como estudiante practicante de la Universidad del Atlántico fue muy amena: en la Institución se nos recibió con total agrado, posteriormente, procedimos a preguntar los intereses de nuestros estudiantes, nombres, qué les gustaba de las clases, qué no les parecía agradable y cómo había funcionado para las estudiantes el nuevo proceso en el que se encontraban, también llevamos una actividad de adivinanzas, proyectando estas en la pantalla para que las estudiantes liberaran en la medida de lo posible cualquier tensión que se despertara en medio del encuentro, del mismo modo estas nos realizaron preguntas como qué edad tenía, por qué me gustaba ser maestra, cuántas veces a la semana tendríamos encuentros, entre otras, todo ello, dio como resultado unas expectativas agradables sobre cómo se llevaría el proceso de acompañamiento en las tutorías que nos correspondía en la materia de ciencias sociales de la institución Miguel Ángel Builes de la ciudad de Barranquilla, con estudiantes del grado asignado.
En el primer encuentro se pudo notar que las estudiantes fueron en su mayoría, participativas y atentas, haciendo que se diera un ambiente dinámico en los cuarenta minutos de ejercicio para presentarnos e intentar conocer, aunque fueron pocos los intereses de los estudiantes y cómo afrontaban la nueva organización de estudio, al tiempo de prepararnos para cumplir con el resto de las clases que nos correspondían, teniendo en cuenta que las estudiantes por su corta edad tienden a distraerse después de un determinado tiempo frente a la pantalla, y como docente debía trabajar en ello.
La primera tutoría que realizamos en dicho grado fue el día 20 de mayo del presente año, con el saludo para conocer en qué estado se encontraban las estudiantes y posteriormente proceder a mencionar las temáticas a trabajar y los objetivos de las mismas, la explicación por medio de diapositivas interactivas para captar su atención la atención, haciendo la explicación de las mismas, abriendo espacio para la participación y conceptos previos que estas tenían, del mismo modo resolver inquietudes y hacer una actividad para reforzar lo ya abordado; las estudiantes estuvieron muy receptivas, desde luego no faltó la niña con problemas de conexión a internet o problemas con el micrófono, para ellas realizamos un video explicativo sobre la guía que le correspondía realizar para evaluar su proceso de aprendizaje, teniendo en cuenta su situación.
En este encuentro pudimos hacer una reflexión sobre cómo cada estudiante tiene un rol particular en la clase, así como, las que tienen problemas para concentrase o de conexión, lo que hace que como docentes debamos esforzarnos porque cada proceso que estas tienen (aunque sean completamente distintos) cumplan con los objetivos requeridos, aunque no es para nada fácil que esto pueda llevarse a cabo, más, cuando nos encontramos en el gran reto de educación virtual, claramente esto no es impedimento para que cada día se busque solución a esas problemáticas por medio de la comunicación asincrónica y actividades extracurriculares que se pueden realizar desde casa, para que funcionen como refuerzo; sin embargo, en la educación presencial también se presentan estos inconvenientes y que necesariamente deben ser tratados con mucho cuidado, pues la calidad de la educación abarca muchos sentidos, y dentro de ellos este que mencionamos. En la práctica pedagógica el apoyo al docente tutor fue constante: calificación de guías, toma de listas, videos explicativos, diapositivas interactivas, realización de guías, en cada momento fue necesario la planeación de lo que se realizaría para que esto pudiera ser algo significativo para los estudiantes y docentes, esto para llevar un seguimiento de los mismos y al tiempo brindar una flexibilidad en temas académicos, eso no quiere decir que se retiraran los temas complejos, sino brindar más herramientas para que las estudiantes pudieran tener mayores posibilidades de comprender e interpretar los temas involucrados en el currículo.
Esta etapa también fue dada de manera alterna a las clases de práctica que recibíamos con el docente Mora Mora, que también fueron un apoyo para poder conocer el verdadero significado de nuestra labor que realizábamos a diario en dicha institución, como fue considera el significado de la enseñabilidad y aprendibilidad, que es aquel diálogo que se realiza en el escenario del aula, en este caso, desde la virtualidad, entre preguntas fundantes e instituyentes por parte de los autores de dicho proceso, donde se realizan preguntas como: qué voy a enseñar, qué quiero aprender, cómo enseño; en ella se trazan caminos para ser mejor enseñable y aprendible los conocimientos que se dan en la escuela. Mediante estos conceptos pudimos organizar o realizar una guía de cómo quería enseñar a las estudiantes con las cuales estaba trabajando y que estas recibieran un aprendizaje significativo sin que el aprender fuera un proceso tedioso o complicado en su vida como aprendices, que los encuentros sincrónicos fueran un momento agradable y llamativo, sin perder el significado de la educación.
Los encuentros virtuales no se realizaban a diarios, pues nos encontramos con una población donde no todos contaban con una conexión estable de internet, lo que hacía difícil que la mayoría de las niñas se conectaran, por ende, se realizaban asesorías y explicaciones por medio de WhatsApp, videos, llamadas telefónicas, donde se resolvían inquietudes o dudas tanto de padres de familia como de estudiantes, por ser estas menores que necesitaban de un acompañamiento constante de padres familia y de docentes, brindando en muchas ocasiones tiempo extra de la labor para que ellas pudieran continuar con el desarrollo de las clases sin perderse de tan importante elemento como lo es la educación, la cual es constante, donde estas al tiempo analizan lo transcendental que es para sus vidas.