Reflexiones sobre la Práctica Pedagógica

Por: Juan Camilo Pacheco Reyes

Los aportes significativos de los colegas practicantes y futuros licenciados en ciencias sociales de la Universidad del Atlántico, el día 24 de agosto del presente año y apoyados en la columna del docente Reynaldo Mora acerca del «objetivo formativo de la práctica pedagógica», publicada en el diario LA LIBERTAD, es la razón por la cual van dedicadas estas líneas: es la reflexión sobre aquello que conocemos como Práctica Pedagógica.

A lo largo del proceso formativo, nos hemos planteado la idea de asimilar y apropiarnos de este tipo de práctica como parte del diario vivir, en este caso, de un docente en formación. Se trata de afrontar las constantes adversidades que muchas veces surgen dentro del sistema educativo y la visión que se tiene de la práctica pedagógica como mecanismo de reflexión sobre aquello que constantemente como educador, debemos hacer. En este sentido, muchos de los colegas practicantes han tenido la oportunidad de interactuar de manera directa en su proceso de formación (recordemos que por motivos de la pandemia muchos no hemos podido tener encuentros físicos) y con las ideas seguir apuntando a la transformación de una realidad más compleja de lo que parece: un ineficiente proceso de prácticas pedagógicas. También es cierto, que nuestros colegas participantes han tenido la oportunidad de llevar a cabo procesos anteriores, o por lo menos, han podido interactuar dentro de ese ámbito educativo. Esto nos lleva a plantear desde un primer momento, en cuanto ellos puedan tener un horizonte más claro al momento de abordar el primer proceso de prácticas en el sexto semestre de la licenciatura. La realidad es totalmente otra. Por ejemplo, lo que destaca Karla Cortés, practicante, es algo totalmente lógico y válido, al mencionar que por cierto periodo de tiempo se de a la tarea de laborar en conjunto con un docente de cierta institución en la cual sienta que el proceso que vivió ahí, no iba muy lejos de la realidad vivida en su proceso actual de prácticas: es semejante a lo que llamaría el docente Mora en su columna como activismo pedagógico. Ese activismo no permite tener autonomía, convirtiendo a los practicantes en simples hacedores de guías y trabajos, y más trabajos que de alguna u otra forma desorientan el verdadero sentir de nuestra práctica pedagógica, entendida como proceso holístico, totalizador de nuestro quehacer como practicantes y futuros licenciados en ciencias sociales.

En esta reflexión sobre la practica pedagógica, nuestros colegas hicieron todo tipo de intervenciones válidas sobre la temática central, y la que es de constante preocupación no sólo desde el ejercicio académico, sino también desde la presencia de aquellos vacíos conceptuales y metodológicos a los que aún no se les ha dado claridad. De este modo, constatamos la idea sobre el por qué y de qué manera lo que asegura la práctica pedagógica, es a través de los distintos interrogantes que como maestros se debe hacer de manera recurrente. En ese sentido preguntarse: ¿quién soy yo como docente? ¿quiénes me han formado cómo y bajo qué concepción de práctica pedagógica? no Son preguntas que dan inicio a la reflexión pedagógica. Esta coyuntura se agudiza con la realidad y el manejo que un licenciado en ciencias sociales lleva a cabo sobre su práctica pedagógica que comienza a ejecutarse ya en séptimo semestre, a diferencia de otras profesiones que sí llevan un adecuado proceso pensando involucrar a sus educandos desde un principio salvaguardando ese proceso y los saberes de manera integral.  

El otro tema envuelto en esta “vorágine pedagógica”, es la de una construcción de un laboratorio pedagógico. La intención desde un primer momento parece clara, debido a todos los factores que van a integrarlo, que trabajan en conjunto pensando en que allá afuera el sistema educativo necesita de profesionales aptos para asumir los verdaderos retos de la educación; es decir, pensar en la comprensión de ese ser humano.

Los anteriores aspectos hacen parte de todo el intercambio de saberes y de pensamientos que surgieron a medida en que nos vamos empoderando de la reflexión, como aquello en donde hemos venido haciendo énfasis de manera rigurosa, y que debido a estas situaciones excepcionales a la que hace hincapié Yailin Peña, hemos podido solventar aquellos obstáculos existentes a raíz de tener la oportunidad de dimensionar a lo largo de todo este proceso los pro y los contra encaminados hacia nuestra practica pedagógica. Es aquí donde se centraba nuestro punto de vista, apoyado por la enriquecedora columna del docente Mora, en donde pensamos que si no se reflexiona primeramente, en el pasado y en esa relación que se tiene con el presente y el futuro del sistema educativo de nuestro país, no podemos pensar en salir a las aulas a afrontar esos desafíos de la educación, sin antes procurar tener una buena formación desde nuestra práctica pedagógica.