Psicólogos y sociólogos explican el rechazo a la evidencia científica como una respuesta ilusoria y sectaria a una realidad incómoda que genera incertidumbre. «Los negacionistas discapacitan a la sociedad»
No les bastan ni los 22,9 millones de casos, ni los 800.214 muertos en todo el mundo, unas cifras que subirán cuando usted termine de leer este reportaje.
No les valen las pruebas de la ciencia, ni las imágenes de los hospitales, ni los testimonios de los supervivientes, ni hangares, parkings o fosas de ataúdes.
Asustados ante una situación novedosa y dura que tambalea su humana necesidad de control, prefieren mirar a otro lado, rechazar la verdad de la incertidumbre y recuperar su estabilidad aunque sea con una mentira. «El virus no existe».
Y se sienten fuertes en grupo, víctimas de los poderes ocultos que controlan el mundo, destapadores de una conspiración global y mártires de la libertad individual. «La mascarilla es un ejercicio para testar el nivel de sumisión de la población a este Gobierno sectario. Es un bozal».
Viven en la disidencia atractiva de los «bien informados» y anteponen la creencia a la ciencia.
Son los negacionistas.
Los hay para casi todo: la evolución de las especies, el Holocausto, la esferidad de la Tierra, las vacunas, el cambio climático o la violencia de género. Lo más reciente es el Covid-19.
En España, el negacionismo del coronavirus empezó a cuajar durante el estado de alarma, se extendió por las redes con un recurso contencioso administrativo presuntamente presentado por la asociación de consumidores ACUS contra la obligatoriedad de las mascarillas, tomó cuerpo con la suma de pseudocientíficos antivacunas y sigue azuzado por cuentas de Twitter como El Club de los Viernes, un think tank ultraliberal, o Resistencia Democrática, que se define como «movimiento ciudadano transversal y anticomunista».
Su última actuación colectiva en España ocurrió el domingo en la plaza de Colón de Madrid, miles de personas contra la protección de la mascarilla y la distancia de seguridad, una masa de diatribas a la OMS, los científicos, las estadísticas y hasta los medios: «Periodistas terroristas».De nada les valieron las cifras a la española: más de 370.000 contagios, más de 28.000 muertes…
¿Por qué se es negacionista?
Hemos querido responder a esa pregunta con tres visiones que lo abarquen todo, una explicación desde lo personal a lo colectivo con la psicología clínica, la psicología social y la sociología.
«La clave está en la resistencia al cambio. El ser humano es conservador por naturaleza porque controla lo que va a ocurrir aunque eso sea negativo. Sin embargo, ante una situación novedosa aparece la incertidumbre y eso provoca una sensación de no control. Y ante ello se puede responder adaptándose a la realidad o negándola». Habla el psicólogo clínico Guillermo Blanco Bailac, un experto en el análisis de la respuesta humana ante la adversidad.
«Ante una pérdida se produce un proceso de duelo, una curva del cambio en tres fases: tomar conciencia de la situación, tener intención para adaptarme y actuar para lograr esa adaptación. La base del negacionismo está en la primera. No se toma conciencia, se rechaza la realidad, se hace como que todo va igual. Aparecen resistencias y desaparece la percepción del riesgo dándonos una falsa sensación de control. Es el ejemplo de los jóvenes y las enfermedades de transmisión sexual: en la generación más informada de la historia crecen estas enfermedades. ¿Por qué? Porque baja la percepción de riesgo».
Blanco Bailac establece dos tipos de negacionistas: el situacional y el posicional. «El situacional niega la situación actual de momento, no quiere ver lo que hay, está en shock. Pero si le das tiempo reflexiona. Es más fácil trabajar con él. El posicional tiene otros rasgos de personalidad, mantiene creencias alternativas o acientíficas, combina cosas coherentes con cosas que no lo son, no contrasta información, su creencia es él mismo. Y exacerba el sesgo cognitivo, algo que todos tenemos pero que en él es absoluto: sólo recojo la información que apoya mi hipótesis, no la que la discute. Hace una total abstracción selectiva».
¿Qué hacer ante un negacionista?
Blanco Bailac: «Multarlo si atenta contra la salud pública. Es muy triste, pero somos así. Y generar empatía, sensibilizarle mostrándole la realidad de la población enferma».
El psicólogo social Guillermo Fouce ya tiene en su Twitter algunos insultos. Es el precio por denunciar las «técnicas sectarias» y los «intereses ocultos» de los movimientos negacionistas. «Como factor individual, la negación es un mecanismo de defensa. Niego algo que me hace mucho daño. Como factor psicosocial, aparece la incertidumbre: nunca sabemos todo sobre algo y en el tema del Covid ni lo sabemos todo ni sabemos cómo vamos a volver. Es decir, el nivel de incertidumbre es muy alto, lo que es un caldo de cultivo para el rumor. La teoría del rumor. Ante una incertidumbre necesitamos encontrar un sentido: es una conspiración mundial, nos ocultan la verdad, es el 5G y negocio del microchip de Bill Gates, es el Gobierno chino… Es un mensaje simplista pero que llega fácil: te quieren manipular».
El presidente de Psicólogos Sin Fronteras sostiene que el negacionismo está organizado. «¿Quién pagó los 40 autobuses para llevar gente a Colón?». Y afirma que esta conducta tiene una base personal, pero también ideológica. «Sesgan la información que hacen llegar a la gente. Recogen cosas perdidas para hacer un todo. Se sienten víctimas y grupo. Usan técnicas sectarias: cualquiera puede entrar, aquí estás seguro y afuera está el enemigo que te quiere controlar. Apelan a la libertad individual para desestabilizar el sistema público, algo propio de la extrema derecha. Es muy de Trump, que llama pseudociencia al New York Times. Trump es su propia fuente de información. El individuo es el todo. Sólo existe el individuo».
Autor de libros como La psicología del miedo, Fouce perdió a su padre y a su madre por Covid esta primavera. Él sí ha visto el virus. «Hay que tomarse en serio el negacionismo. Hay más gente de la que debería tratándose el cáncer con hierbas. Es malo para ellos y para el sistema. No es libertad, es falsa libertad, porque lo que hacen afecta al otro, porque contaminan al otro».
¿Cómo se combate el negacionismo?
Fouce: «Desvelando sus intereses ocultos preguntándose quién se beneficia de todo esto. Sancionando. Y creando empatía: hay que hacer un discurso duro para confrontarles con la realidad. Vete a una UCI y verás el virus».
Marta Monllor sólo se quita la mascarilla en su casa. Esta profesora asociada de Sociología en la Universidad de Alicante desentraña el negacionismo a tres bandas. «Desde el punto de vista individual, en una sociedad del riesgo o ‘sociedad líquida’ necesitamos darle sentido a nuestras vidas y respuestas a las incertidumbres. En este caso, con la negación y con la autoafirmación. Por ejemplo, como creo en lo natural, no vacuno a mis hijos. Anteponen sus valores a las evidencias científicas. Desde el punto de vista grupal, en una sociedad individualista necesitamos el reconocimiento del otro y formar parte de algo. Cuando esto se sobrepasa se llega a la secta, que da una identidad de grupo que reafirma tus valores. Y por último, desde el punto del vista del exosistema, se construye un relato paralelo, se da categoría de certeza a una opinión, se cuestionan las instituciones sociales y se desmantelan las políticas públicas. Y a veces, tras todo eso hay intereses económicos».
Para esta socióloga, la sociedad de la información facilita la visibilidad del discurso negacionsita. «Las redes sociales presentan y disparan discursos opinativos, no argumentativos. La multiplicación exponencial les da una categoría de poder cuantitativo. Tu opinión vale más que el argumento de otro porque tienes más seguidores que él».
Volvamos al control de la incertidumbre, la clave de todo.
Monllor habla de tres sociedades. «En la sociedad tradicional, las respuestas nos las daba la religión, que nos aportaba todas las certezas porque necesitamos un mundo seguro. En la sociedad moderna, la certeza nos la daba la confianza en la ciencia. Y yo creo que estamos ahí. Pero hay autores que dicen que ya estamos en una sociedad posmoderna donde todo es efímero, nada es estable y vivimos para consumir. En ella, la certeza nos la damos nosotros a nosotros mismos».
¿Qué precio pagará la sociedad por el negacionismo?
Monllor: «La desinformación. El negacionismo es una conciencia ilusoria. Es grave, porque en una sociedad incierta la información veraz nos empodera, nos protege. Y el negacionsimo hace lo contrario. El negacionismo discapacita a la sociedad».
Extracto del Manifiesto contra la falsa pandemia que corrió por las redes días antes de la concentración de Colón: «Para controlar una supuesta enfermedad respiratoria te obligan a taparte la boca y nariz con una mascarilla -que no protege el virus- incluso en el exterior, aunque estemos a 42 grados a la sombra, lo que no te permite respirar y oxigenarse (…) La pseudovacuna que te pondrán obligatoriamente modificará tu ADN convirtiéndote en un producto transgénico».
Fuente: El Mundo
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