¿Quién no recuerda 'Barriga de trapo'? hoy sus 9 hijos cumplirían 23 años

Cursaba el año 1997, cuando una mañana la ciudad y el país se admiró tras enterarse de un asombrante y muy particular caso que ocupó por varios días las primeras páginas de los periódicos con el caso de Liliana Cáceres, una joven mujer de 16 años de edad que manifestó estar embarazada, pero no era un embarazo cualquiera, pues su barriga deslumbró a más de un galeno y científico que conoció del caso.
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¡Te comiste el cuento también!
En ese tiempo, el “Whatsapp” era el bordillo y las esquinas donde se compartían en grupos información, temas que al oído de las comadres (hoy reemplazadas por redes sociales), se volvían lo que hoy llamamos “virales”, donde todo comenzaba con un “Nojoda cuadro, ese man qué?»…
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Esas expresiones y muchas otras, llevaron a los medios de comunicación a denominar a Álex, “gestor” de tal protuberante barriga, como “El Machoman”, apelativo con el cual se enorgullecía, sacando pecho por las calles y respondiéndole a cuanto preguntón se le atravesaba “Yo soy el papá, fuí bien alimentado» y bla, bla, bla…, vinieron los periodistas, reportajes y curiosos a conocer la historia que terminó por cortar más tela de las que habían en su interior.
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Como comenzó todo?
La joven Liliana Cáceres llegó a sorprender a su novio Álex, según expresó, “martillándose” con su mejor amiga en un parque de por su casa, pero que por estar perdidamente enamorada de él y para no perderlo, decidió armar tremendo papelón o más bien telón, engañando a todo un país, a su familia y al novio Álex simulando un embarazo.
Inexperta en embarazo y desesperada por su “embarazo”, Liliana comenzó a observar a otras mujeres embarazadas y como quién no quiere la cosa les preguntaba por sus sintomatologías y demás, tomando atenta nota,  saltó al ruedo en medio de reunión con la familia en casa, debutando con mareos, náuseas y antojos. Con el tiempo llegó el momento de empezar a justificar una barriga, de manera que a los tres meses, consumía grandes cantidades de agua a diario para tratar así que se le llenara la barriga de líquido, pues la gente comenzaba a decirle que no se le notaba el embarazo “el pelao te va a salir desnutrido”, decían sus vecinos.
Llegado el quinto mes y preocupada por demostrar su barriga de embarazo, optó por ponerse un vestido de baño negro de una sola pieza, así logró conseguir que le sostuviera el cúmulo de telares, los mismos que extrañamente comenzaban a desaparecer de los escaparates de los cuartos, que sumado al uso de prendas anchas y largas, pudo simular su estado anhelado de embarazo, logrando convencer a todo aquel que le tocaba la barriga de trapo.
A la hora de la intimidad, su plan milimétrico, estaba calculado
A la hora del té, el té, y a la hora del sexo, de ladito y con ropa abordo “me corría el vestido de baño creyendo que era mi calzón y así lo hacíamos”, dijo Liliana Cáceres.
“Ahí hay más de un pelao”
Llegado el mes siete, su suegra asombrada del tamaño de la barriga expresó “ahí hay más de un pelao”, lo que le trajo a la memoria de Liliana una noticia que había visto tiempo atrás de una muchacha que tuvo ocho hijos, entonces ella pensó, “si ella tuvo ocho, yo tengo nueve”.
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La noticia se regó así como “El primer día sin IVA”
Cuando una prima de Liliana llevó a un periodista quién conoció el caso de primicia, se reventó no la barriga, sino el chisme que se volvió noticia de primera.
Liliana cree recordar que fue un 28 de noviembre que le pillaron la carreta, o mejor dicho, la barriga de trapo.
“Todos querían que me hiciera una ecografía, pero una psicóloga del hospital empezó a hacerme una serie de preguntas y caí redondita, ella descubrió el embuste. Empecé a llorar, a gritar, y entonces los médicos me esposaron a la camilla y empezaron a sacarme los trapos de la barriga”
La cosa no paró allí
La burla, la vergüenza y el folclor que siempre han destacados a los natos costeños, trajeron consigo la montada del año que terminó su familia dándole la espalda, incluso hubo gente que trató de lincharla. Esto la llevó a tener que mudarse a Cartagena, donde continuaron con lo que hoy llaman el «bullying» y que castizamente conocemos como “La montada”, situación que le significó además de pérdidas de trabajos, el abandono de su amado “Macho Man” Álex.
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Hoy Liliana es madre de cuatro hijos y desde hace varios años labora haciendo trenzas y masajes a cuanto turista se le atraviesa frente del hotel Dorado de Cartagena, que por cierto, está quieto por la pandemia que atraviesa el país.
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“De todo esto aprendí a no mentir jamás y a ser una mujer de bien”
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De su novio Álex se supo que son amigos, que ríen al memorar aquella historia como de macondo, la misma  que le mereció una charla en exclusiva y a carcajadas con el Nobel de literatura, Gabriel García Márquez, quien desbordó entre risas por las ocurrencias e ingenuidad de Liliana.
Una experiencia de la cual debió pagar un precio alto. “ jamás he podido encontrar el amor”, concluyó.
#DIARIOLALIBERTAD
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