Por: Alejandro Rivera Salazar
Este texto hace parte del Taller Virtual, liderado por el doctor Reynaldo Mora Mora con sus estudiantes en clases de Filosofía del Derecho en la Universidad Simón Bolívar, (Programa de Derecho), donde abordamos temas de alta relevancia en su relación con la pandemia que estamos atravesando.
En las siguientes líneas queremos que el lector reflexione y filosofe sobre la realidad que hoy como Nación estamos viviendo: una crisis generalizada que nos ha afectado en la mayoría de nuestros ámbitos cotidianos, por no incurrir en la impertinencia, de decir, que en todos. Nos hemos visto inmersos en un mar de incertidumbres, que nos ha mantenido en vilo desde el martes 24 de marzo del presente año, a las 11:59 pm. Desde ese día no hemos tenido certeza de cómo seguirá el curso de nuestras vidas después de esta tragedia sanitaria, el no saber cómo subsisten las familias vulnerables, nos debe tener en una angustia inalcanzable y dolorosa; pero, el gobierno colombiano en un intento desesperado de evitar la propagación del virus se ha pronunciado con “ayudas”, que siendo honestos no garantizan que el ciudadano no salga al rebusque, como popularmente conocemos en la costa al trabajo informal, ya que 160.000 pesos, no alcanzan para dos meses de confinamiento.
Pero, aún en presencia de este virus que ya ha cobrado la vida de miles de personas en el mundo, tenemos entonces, que en el país convivimos con otros virus, igual de letales y con los cuales hemos compartido la mayor parte de nuestras vidas, sí, como pudieron notar en el título, nos referimos, a la corrupción. Increíblemente esta pandemia nos ha mostrado la cara más indolente, inhumana y corrupta de nuestra sociedad: la Procuraduría General de la Nación tiene encurso 21 investigaciones por posibles irregularidades en las administraciones departamentales y municipales por el manejo que se le está dando a las ayudas para mitigar los impactos de esta emergencia.
Aludimos ahora al «Subsidio de ingreso solidario», que de manera superficial, porque se ha visto como miles de personas han sido beneficiadas y notado en sus rostros la felicidad de contar con ese apoyo financiero, que en estos momentos aunque no sea mucho, ayuda; pero, también centenares de usuarios reportaron fallas en el sistema de digitación de la cédula: algunos lo han llamado un acto de corrupción, y eso lo dicen porque al consultar una cédula se obtenía el resultado de 45 identidades distintas, nombres ficticios y personas muertas, es decir, que con una sola se podían distribuir 7.000.000 de estas ayudas. No podemos asegurar que haya sido un fraude porque como estudiantes de derecho sabemos que todo debe estar fundamentado con base pruebas: el gobierno habla de una falla tecnológica y nuevamente como estudiante de derecho aplico el principio de buena fe, pero nos deja la sensación agridulce, que seguimos siendo el país más corrupto del mundo, titulo otorgado por la ONG Transparencia Internacional y presentada por la página web U.S NEWS en días recientes: no nos sorprendería si fuese verdad lo que aseguran los ciudadanos.
Para concluir queremos dejar esta reflexión: por qué mientras que en otros países que atraviesan la misma crisis mostraron su lado más solidario, la unión que puede existir como una Nación: por qué, entonces en Colombia se aumenta el precio de los alimentos? Hacemos énfasis en este tema-problema porque la corrupción no viene sólo del Estado, corrupto es aquel tendero que decidió vender un cartón de huevos en 19.000, corrupta es aquella persona que subió el precio del tapabocas a 5.000, corrupto es aquel que compro mil litros de gel antibacterial y luego lo revendió a mayor precio, hay corrupción en todas las escalas, corrupto es el acto que cometemos y que perjudica a los demás. Dejamos esta otra inquietud: ¿el colombiano aceptó la corrupción como un estilo de vida o está haciendo algo para cambiar esa imagen?