Carnaval y educabilidad

En días pasados (22, 23, 24 y 25 de febrero) el Caribe colombiano, en especial, «la arenosa», Barranquilla disfrutó de la fiesta más alegre del país, los carnavales. En el contexto de esta gracia caribeña, esta festividad debe asumirla más el pueblo desde la educación: que ella haga más parte de la estrategia para formar integralmente, para que lo educandos sepan identificar lo popular, para discernir el Carnaval del pueblo y para pueblo, del carnaval-consumo. Esto, para convertirla en un interés común y no de particulares, potenciando la activa participación popular. En este contexto, el currículo escolar debe provocar y tensionar esta demanda a través de las áreas de las del conocimiento (art. 23 de la Ley 115 de 1994), sobre la base lineamientos comunes aprobados por el Consejo Académico. Pero esta estrategia conjunta y coordinada a favor de curricularizar el carnaval debe cuestionar la lógica de cómo esta fiesta no va de la mano de la escuela, de la familia y la sociedad, sino que  observamos, que este gran evento se ha convertido en un evento de gran consumo, lo que genera efectos negativos sobre la educación y la cohesión social desde esta festividad.
Esta estrategia para la  curricularizacion de la Manga Fiesta Caribe debe inspirarse en un modelo de convergencia de la cultura con la educación, en el que se reafirma la necesidad de avanzar en el logro de esta articulación en el marco del Estado Social de Derecho. Este modelo se debe sustentar en la eficacia de una Política Cultural y Educativa, soportada en el acompañamiento de la Familia y la Escuela. Este progresivo desarrollo y fortalecimiento de convergencia: carnaval y educación es paralelo al proceso de construcción de los contenidos de enseñanza, que se enmarcan en un currículo socio-cultural-formativo. Se trata de un sistema de gestión curricular que requiere de una disponibilidad de la mano de los actores y constructores curriculares: es un ejercicio organizador de las vidas personales en relación con lo colectivo, que representa el carnaval, es decir, ahondar en las  condiciones de vida a la estructura de esta festividad y que se traduce en pautas culturales muy variadas del uso pedagógico y didáctico del carnaval. Esta práctica cultural legítima el quehacer de la escuela a promoverse con esta metodología bajo la responsabilidad personal de formarse para mejorar la educabilidad, el espíritu justo, la adaptabilidad curricular y la igualdad de oportunidades en las presentaciones. Todo esto debe ser impulsado entorno a este espíritu: que el currículo se construya en términos de formación, de normas de comportamiento en lo personal y un autocontrol.
El currículo, por consiguiente, se convierte en el objetivo, en cuanto estructura discursiva e interculturalmente la política cultural, por ejemplo, del Distrito de Barranquilla. Esto concita su atención a un mejor reparto de los grupos participantes en los eventos de esta fiesta simbólica; lo que relaciona este he hecho  con el capital humano de las instituciones educativas, lo cual de halla implicado directamente en la educación del ciudadano. Este ejercicio curricular viene a sostener que ellas necesitan en conjunto de insumos que sean capaces de potenciar la educabilidad, identificado así áreas estratégicas de interacción cultural. De esta manera la formación se integra al carnaval bajo el paraguas identitario Caribe, debiendo responder, por el por qué  de la integración curricular y en qué medida está circunstancia viene a dar respuesta necesariamente. Así como también queda claro el por qué de esta   responsabilidad de educabilidad en el terreno del diálogo entre educación y cultura. En este sentido, se genera una identidad caribeña, la cual viene Dada porque en el proceso de esta relación, el currículo es el máximo esfuerzo de esta individuo.
En este contexto emerge el currículo para la región Caribe, con políticas públicas por esta relación privilegiada, para atender las necesidades de capital humano y de la idoneidad del sistema educativo al fortalecer la Identidad Caribeña a través de mi curricular: es lo que debe declararse como objetivo esencial de la educación y la formación. Para ello, el currículo debe favorecer el desarrollo y fortalecimiento de lo estético del carnaval, como esa cualificación que demanda la sociedad Caribe y la Unesco, resaltando que el carnaval es un medio cultural que como herramienta las habilidad sirva para conseguir habilidades y destrezas adaptables a las evoluciones y duraciones de esta Fiesta Caribe y ser capaz de ponderarlas en las áreas curriculares. Así, la educabilidad desde el carnaval la presentamos como un constructo histórico, social y cultural se objetiva y válida en y por la sociedad. Es decir, una a Gestión curricular a favorecerla fundada en la idea- misional que en el carnaval como cultura se firma el ser humano Caribe: se hace.
Con base a esta concepción se evalúa curricularmente la idoneidad de la propia Política Cultural de esta festividad con criterios extraídos de los requerimientos mismos de la sociedad, y el currículo los adecua para atenderlos, es decir, esto es,  para conseguir la educabilidad del individuo en y con los otros. Se trata de la mision esencial de dar respuesta a la necesidad de curricularizar en los niveles escolares cómo educar desde esta festividad con las características propias de los contextos culturales, de forma que a la vez que satisfaga las necesidades de la sociedad, anímense a los actores culturales a construir y progresar en su cualificación personal y estímulo a recrear y validar este diálogo de educación y cultura (art. 95 Constitución Política).
Derivados de este objetivo esencial se concretan tres subobjetivos: 1) la mejora de las calificaciones en áreas como ciencias sociales y educación estética, 2) la mejora de la transferencia de los dineros públicos alrededor de esta festividad, y 3) el incremento de la coherencia entre escuela y sociedad.
Por lo tanto, la mejora de esta relación coloca en el centro la flexibilidad curricular, que alude al desarrollo de formas básicas de enseñabilidad y educabilidad, lo que implica la movilidad de acciones entre la escuela y la sociedad. Esto supone abogar por la asimilación del carnaval como representación para dibujar una cultura de principios y valores de orientación en base a la idea de la identidad Caribe. Está relación habrá de generar un Curriculo Axiológico de principios y valores identitarios para convertirse en pautas-referentes de la región, patrón que, a su vez, promoverá el sentido de pensar la humanidad en el factor clave de la educabilidad. Este currículo, por lo tanto, dependerá de la formación de los actores socio-culturales descritos en los Proyectos Pedagógicos de las áreas de sociales y estética, como esas destrezas y habilidades para fortalecer los fines de la educación (art. 5 de la Ley 115 de 1994). Así, se concluye que educar y formar en la relación escuela y sociedad desde el carnaval aumenta la empatía y la otredad como una virtud hacia la humanidad. Por otra parte, el currículo, entorno a prácticas y discursos genera un clima de institucionalización y legitimación, originando una virtud de las instituciones educativas como estos socio-culturales de legitimidad del orden social justo y digno que prevalece en el Preámbulo de nuestra Constitución Política y, por lo tanto en su educabilidad (art. 95 Constitución Política)
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