El nuevo Ministerio y la educación

El 2020 se inicia con el nuevo Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación que reemplaza la paquidérmica institución de Colciencias, que pasa a la historia sin pena ni gloria. Así mismo el nuevo año comienza con la posesión de más de mil funcionarios públicos, entre gobernadores, alcaldes y directores de corporaciones ambientales regionales. Las promesas de los nuevos funcionarios con guiones similares de atacar la corrupción, combatir la pobreza, inversión social, seguridad ciudadana y reducir los impuestos fueron algunas de las propuestas. En los sitios de concentración el entusiasmo y el jolgorio fue total con aplausos y arengas se festejaban los discursos, muchos de ellos acompañados de familiares y sus jefes políticos vestidos de blanco como símbolo de espiritualidad y honestidad. Los colombianos esperamos que los nuevos mandatarios cumplan mínimo la primera promesa de acabar con el saqueo de los dineros públicos. ¿Será posible?. Algunos pueden cumplir.
La creación o transición de la desgastada Colciencias a ministerio es una gran noticia para la ciencia y el conocimiento en todas sus manifestaciones, y los colombianos la acogemos con satisfacción. Destinar al nuevo ministerio recursos frescos y suficientes debe ser el propósito principal del gobierno, no hacerlo sería fracaso y frustración. El ministerio del conocimiento es considerado en los países civilizados y con alto contenido cultural e innovación el eje principal del desarrollo. El acompañamiento de otros ministerios como Educación, Cultura y el Departamento Nacional de Planeación deben apalancar las investigaciones en todas las áreas del conocimiento. Colombia carece de historia en inventos, patentes y fórmulas científicas por falta de una política de Estado, desde siempre la ignoraron y pretenden alcanzar logros y desarrollo social sin invertir. La investigación en ciencia y tecnología requiere de suficiente inversión económica y sin mezquindad, la principal talanquera que enfrenta el nuevo ministerio es el funesto Icetex. Esta empresa comercial del Estado es el verdugo de miles de estudiantes por la codicia de sus administradores que la convirtieron –de una institución con hermosos propósitos– en una entidad usurera sin alma. El propósito y espíritu del Icetex era noble para ayudar a los estudiantes de escasos recursos, pero los gobiernos modificaron su esencia sin medir las consecuencias. Dejar de cancelar la cuota de un préstamo es el mayor martirio y tormento para la familia, las cartas de cobro no cesan y las llamadas telefónicas comienzan desde la seis de la mañana al codeudor y todos los involucrados. Si no se modifica la estructura del Icetex y su fundamento filosófico, el ministerio no funcionaría con eficiencia.
Con la creación de instituciones intermedias en la educación promovida por el Estado para oxigenar y descongestionar las universidades, cientos de miles de jóvenes frustraron sus aspiraciones de alcanzar una profesión. El desorden se inicia con el Sena, que a pesar de haber cumplido con su tarea educativa durante medio siglo de existencia preparando los nuevos bachilleres en oficios varios y técnicos cercenos el talento de otros miles de colombianos. Paralelamente aparecieron las corporaciones de carreras intermedias ofreciendo un ramillete de opciones para estudiantes que no pudieron ingresar a las universidades públicas y pagar las costosas matrículas de las privadas. Existen carreras intermedias de dos, tres y cuatro semestres para todos los gustos y oficios, como carpintería, albañilería, enfermería, culinaria, vendedores, azafatas, confecciones y cualquiera que invente el propietario de la corporación.
La educación debe privilegiar las aptitudes de los aspirantes, fomentar el espíritu analítico libre, impulsar el sentido de responsabilidad y creatividad, promover el hábito del trabajo, el pragmatismo de la formación intelectual es una gran herramienta. La educación no debe ser un oasis para privilegiados o elegidos, sino la culminación de un proceso de selección montado sobre la democracia real. La irrupción de recientes culturas ha logrado el avance de ciencia y tecnología y con estos factores aparecieron nuevas actitudes y comportamientos en los jóvenes que los adultos deben comprender y aceptar por razones generacionales. La calidad de vida va atada a la calidad de la educación, no podemos perder de vista la mutación que se presenta en los jóvenes cuando se preparan con excelencia. Es comprobado que el conocimiento bien adquirido y competitivo es lo que asegura el bienestar de las personas, aunque existen otros factores circunstanciales en forma aislada.
El conocimiento debe complementarse con el carácter vertical y la ética sana, afinar la personalidad, aprender a vivir en comunidad respetando la presencia ajena y reprimir los impulsos propios, son factores que avala la conciencia social y la razón.