“La política, escribió Borges, está hecha de letras muertas”

La publicidad que venden los candidatos a cargos públicos está precedida por una fotografía más gigante o amplificada que las mismas ideas y la autoridad que deben representar los aspirantes al concejo o a la alcaldía, por ejemplo. Son imágenes hiperbólicas, cargadas de egos narcisistas, y mejoradas físicamente por el procedimiento tecnológico del Photoshop. ¡Qué faltos de singularidad! Ésta ha sido reemplazada por la autenticidad neoliberal, aquella que iguala a las personas por sus semejanzas y no por las diferencias individuales, que es la que excluye y singulariza. El mensaje es que todos son iguales y nadie se tiene que desmarcar del otro. Tragedia consumista. La publicidad carece de imaginación y creatividad. Nada proponen, solo los slogans cursis de adolescencia tardía. Algo peor: es una competencia en el reino de Narciso, vacía y huérfana de ideas creativas. Una especie de reinado cursi para cautivar votos a través del buen parecido del o la candidata a concejo o alcaldía. Es un gasto inoficioso. Es también un perfil inútil porque en la parroquia todo el mundo se conoce y sabe quién es quién. Se hubieran ahorrado esta parafernalia de rostros quirúrgicos y alguno que otro hubiera ensayado otra estrategia publicitaria menos costosa y menos contaminante en imágenes y ruido. Creen que el altoparlante les va a cambiar la vida a la gente y su opinión sobre ellos. Absoluto irrespeto. Sin embargo, el sistema del consumo neocapitalista los iguala a todos por la ausencia de singularidad, creatividad y atopía. Lo que implica un mensaje de abstinencia electoral para los posibles y escasos sufragantes autónomos y libres que existen en la población. Es una lástima que se intente alcanzar el voto por el reinado de los rostros y no por las ideas. Y lo más grave es que adolecemos de ideas sustanciales para el debate electoral de octubre. ¿Dónde están las ideas? ¿Quién las tiene? ¿Están ocultas en algún cerebro inédito? Algún filósofo dijo en estos días de incertidumbre, caos y dudas milenarias, que las ideas murieron con la muerte del pensamiento crítico. ¿Será exagerado exigir ideas? ¿Exagerado que explote el pensamiento? Lo que uno escucha todos los días es “el ruido de las ideas”, su vacuidad, su ignorancia fragmentaria. “La política, escribió Borges, está hecha de letras muertas.” Hay demasiado cadáver en las calles, cadáveres que se estrellan todos los días contra las paredes de las viviendas y el pavimento de la ciudad. ¿Qué hay en una imagen? Primero hay que lavarla y luego describirla para no sentirse abrumado por las apariencias, como lo dijo el historiador francés, Patrick Boucheron. “¿En qué nos estamos convirtiendo?”