La Pelotera. APAGANDO INCENDIOS. ¿Cómo fue posible llegar a estos niveles de “crispación” y de violencia en un Municipio que, de un hermoso y cotizado balneario, se transmutó en un inestable escenario de violencia política, fragmentación social y ruina económica?
Están frescas en mi memoria las jornadas del mes de Febrero de 1992 en las que un Secretario del Gobierno Departamental corría por entrepatios, perseguido por una turbamulta que había prendido fuego al edificio de la Alcaldía Municipal de Puerto Colombia. Cinco días sin el servicio de luz eléctrica y varios años de soportar un pésimo servicio de agua potable, fueron la razón de la asonada. Los protestantes apedrearon las oficinas de la Caja Agraria, y redujeron a cenizas las instalaciones en donde funcionaban la Electrificadora del Atlántico y la Registraduría Municipal. El Diario El Tiempo bajo la firma de su corresponsal en Barranquilla, Raymundo Alvarado, informaba que “tres horas después, alrededor de las diez (de la noche), no había sido posible apagar el fuego porque las máquinas del Cuerpo de Bomberos de Barranquilla no tenía combustibles ni aceites para llegar hasta aquí y porque no había agua en la población” El Gobernador Gustavo Bell, quien se había posesionado el 2 de enero de 1992 en la Plaza Principal del Municipio, se vio precisado a decretar el “Toque de Queda” y la “Ley Seca” para restablecer el orden público y la autoridad del Alcalde Municipal Pedro González Llinás. Este mandatario, dicho sea de paso, militaba en los partidos derrotados por la coalición que había elegido a Bell en una alianza conformada por la AD M19 (partido político que surgió de la desmovilización de las guerrillas del M19, el EPL, el PRT, la CRS y el Quintín Lame) y “Voluntad Popular”, que era un sector del Partido A.H.A Diario “El Heraldo” (Buitrago) Consejo de Seguridad Gobernador Bell. A.H.A* En un evento atípico y novedoso, el de la elección popular de Gobernadores, esta coalición triunfó gracias a la votación aplastante y mayoritaria depositada a su favor, y en contra del “Namismo”, en Barranquilla, Puerto Colombia y Palmar de Varela. Después de la Constitución de 1991, aquella asonada fue la primera “prueba de fuego” en materia de orden público que tuvo lugar en Puerto Colombia. Pero, no fue la última que debieron enfrentar los Gobernadores del Departamento en aquel Municipio a partir de ese año. Un domingo del mes de Julio de 1996, cuando fracasó la Consulta Popular por la Revocatoria del Mandato al Alcalde Carlos De La Asunción, el campero Lada 2121 propiedad del Concejal Jaime Gutiérrez fue incendiado. El Edil atribuyó la autoría de aquel atentado a “sus opositores políticos, los mismos que fracasaron en su intento de quitar al Alcalde De La Asunción, quienes también quemaron su carro (el del Alcalde) y destruyeron su casa, en alusión a la asonada de que fue víctima en su residencia el mandatario porteño, el año pasado durante la polémica por la ubicación del peaje de Los Papiros” Efectivamente, a principios del mes de noviembre de 1995, frente a las instalaciones de la Alcaldía, con un saldo de tres policías y seis civiles heridos, además de varios buses apedreados, grupos de revoltosos habían incendiado el vehículo Renault 4 de propiedad del abogado Jorge González, Asesor Jurídico del Alcalde y amenazaban con volver a incendiar la Alcaldía. Este incidente ocurrió 46 días después de iniciado el bloqueo de la Autopista Barranquilla- Cartagena en la que el “Concesionario Vía al Mar” fue autorizado por el Ministerio de Transporte para establecer un Peaje en el sitio denominado “Los Papiros”. Como los dos últimos Alcaldes Municipales- Víctor Cedeño y Carlos De La Asunción-, eran miembros del mismo sector político, al igual que el Concesionario del Peaje, esto era interpretado como una connivencia entrambos en desmedro de los intereses de los pobladores quienes argumentaban que aquel cobro “reduce el flujo turístico de los fines de semana y que atenta contra su economía porque incrementaría el pago de pasajes en el transporte público”. Una carta enviada por Cedeño en Mayo de 1994 al Ministro de transporte en la que decía que estaba de acuerdo “con la recuperación de la vía Barranquilla- Puerto Colombia- Cartagena” y que “la comunidad porteña y la administración que presido verían con simpatía la construcción de un peaje en el área de su jurisdicción”, se Carro incendiado propiedad del Alcalde De La AsunciónA.H.A* Diario El Heraldo. (Alfonso Cervantes) convirtió en combustible para la revuelta al somatén de “Chicho, vendiste a Puerto Colombia”. A pesar de la intervención del Gobernador Nelson Polo Hernández y del Alcalde de Barranquilla Edgar George, el conflicto escaló al punto en el que en la noche de un viernes, la marcha de protesta culminó en disturbios. Incendiaron y saquearon la casa del burgomaestre porteño, ubicada en el Barrio San Carlos. Al decir del ex -Alcalde Cedeño: “buena parte de este lío se debe a que el sector político que representa en esta zona el Senador José Name Terán suscita rechazo entre la población, y que existe gente interesada en hacer ver al Senador Name y a todos los que trabajan con él, como corruptos”. Era evidente que las protestas ya habían adquirido un contenido político electoral. ¿Cómo fue posible llegar a estos niveles de “crispación” y de violencia en un Municipio que, de un hermoso y cotizado balneario, se transmutó en un inestable escenario de violencia política, de fragmentación social y de ruina económica? La explicación la encontramos en el hecho de que la Alcaldía de Puerto Colombia se había convertido en el principal empleador y generador de ingresos, para aquella fuerza laboral portuaria venida a menos con la liquidación de COLPUERTOS. Por eso, ser Alcalde, Concejal, Burócrata o Contratista se había convertido en la única forma de acceder a los recursos económicos que la economía productiva no les proveía. La ferocidad en la disputa por «el barril de los puercos», cómo lo llamara Winston Churchill, escaló a formas inéditas de violencia para resolver los conflictos políticos y económicos en Puerto Colombia. Nadie hubiera imaginado que todo este proceso de violencias que se inició en 1992, traería como uno de sus resultados que veintisiete años después, la Gobernación Estado en el que quedó la casa del Alcalde Carlos De La Asunción A.H.A* Diario El Heraldo. (Alfonso Cervantes) Protesta en la Vía al Mar. A.H.A* Diario El Heraldo. Noviembre 19 de 1995 del Departamento del Atlántico recibiría más de diez mil millones de pesos con destinación específica para “la recuperación del Muelle de Puerto Colombia”. Ese dinero fue producto de la venta del Lote del llamado “Distrito 20 de Carreteras”, propiedad del Ministerio de Transporte. La construcción de una “vía alterna” que habilitara el uso de la antigua carretera que había sido “cegada” por las obras de la concesión, a la altura del Monte Carmelo y la “Ye de los Chinos”, y la cesión de la propiedad de ese lote, ubicado a la entrada/ salida del Puente Pumarejo, a favor del Departamento del Atlántico, fueron parte de la negociación orientada por el Gobernador Nelson Polo Hernández, con el fin de desactivar los bloqueos en la “Vía al Mar”- autopista- Barranquilla/ Cartagena-. En ese momento, se iniciaron nuevos conflictos. Unos fueron originados por las actuaciones urbanísticas que agenció la Administración Distrital de Barranquilla, cuya Secretaría de Planeación cambió los usos del suelo con el evidente propósito de depreciar dicho Lote. Aquello se asumió como una retaliación en el marco del conflicto de límites con Puerto Colombia. Otros, se originaron por la disposición de los recursos para financiar los proyectos que apuntaban en distintas direcciones. Los proyectos, indistintamente, oscilaban entre mantener, recuperar, restaurar, consolidar las ruinas, ptoteger, demoler o reconstruir el Muelle de Puerto Colombia. Esas peloteras han consumido treinta y dos años en los cuales Congresistas, Ministros, Gobernadores, Alcaldes, Diputados, Concejales, Concesionarios, Administradores Públicos, Dirigentes Sociales y Culturales siguen trenzados en discusiones bizantinas. Mientras tanto, el mar hizo lo suyo: partió el
muelle. Aquella mañana, desde el sitio donde antes funcionó “El Bar Atlántico”, todos ellos – igual que Boabdíl “El Chico”- lloraban como niños lo que no habían sabido defender como adultos. No duró mucho el llanto. Antes de soplarse el último de los mocos, salieron a buscar culpables en otra parte. (*) A.H.A- Archivo Histórico del Atlántico.