No es que se quiera desconocer el significativo avance
que en los últimos años han tenido las medidas
implementadas por la Policía Metropolitana de
Barranquilla hoy con el general Botero Coy a la cabeza,
no es eso; al contrario en LA LIBERTAD hemos
destacado de manera abierta y en varias oportunidades
el gran alivio que estas decisiones le han dado a la
comunidad.
Es una gran verdad que la ciudadanía tiene derecho a
recuperar la tranquilidad, para así volver a percibir a
Barranquilla como una ciudad segura. Es imperativa la
presencia de la Policía en muchos sectores – no le
estamos desconociendo sus acciones contra la
delincuencia – sin embargo no se puede negar que se
requieren soluciones integrales que aún no se ven con
la contundencia que la situación exige.
Es importante que se estudie con detenimiento, el
surgimiento de las llamadas pandillas juveniles, que
nacen muchas veces como consecuencia de la miseria
que agobia un gran porcentaje de la población asentada
en los barrios periféricos de Barranquilla, o quizá sea el
resultado de migraciones de bandas delincuenciales
procedentes de otras regiones cuyos componentes en
el pasado fueron integrantes de grupos al margen de la
Ley.
Son pocos los barranquilleros, que se han percatado de
la estrecha relación existente entre la poca presencia del Estado en las zonas marginadas – en donde el
desempleo juega un papel muy importante – y el
fenómeno de la violencia.
Tampoco se detienen a analizar que una de las causas
del incremento de este factor negativo, puede ser el
crecimiento de la natalidad, circunstancia que
acrecienta las dificultades económicas de muchos
hogares, a lo que hay que agregar las dificultades que
sufren los desplazados que se radican en esos lugares;
es allí donde la falta de oportunidades tiende a
transformarlos en violentos y recurrir a las actividades
ilícitas como el atraco a mano armada y el microtráfico.
Fue precisamente la violencia la que obligó a cientos de
personas a desplazarse hacia Barranquilla, la mayoría
procedentes de áreas rurales.
Es tal el problema de la inseguridad en Barranquilla que
amerita continuar recalcando sobre este tema cada día.
Ha sido muy importante la reacción del alcalde
Alejandro Char Ch., en torno a los hechos delictivos de
las últimas semanas y la institución policiva deberá
considerar como justificada la preocupación de la
primera autoridad del Distrito.
Aceptarlo así, equivale darle la razón a la ciudadanía, la
que a la postre es la que resulta afectada por la ola de
criminalidad que padece actualmente.
Es evidente que se debe revisar y si es posible
replantear el modo como opera nuestra fuerza publica,
si después de tantos años de la existencia de los CAI,
de patrullajes en motocicletas y en vehículos, de utilizar
cámaras de seguridad y de apelar al pago de
recompensas a informantes, algo que ha mostrados
efectos importantes, es necesaria una estrategia que
sin dejar de lado lo anterior, comprometa más al
sociedad en la disminución de la criminalidad.
Consideramos, como lo hemos venido recalcando
desde tiempo atrás, que el asunto no es solo del
aumento del pie de fuerza de la Policía y del aumento
del número de CAI, aspecto a cual se concluye en cada
reunión de los distintos estamentos del Distrito
Especial, Industrial y Portuario, incluyendo su Area
Metropolitana, esta debe ser una de las medidas que se
deben adoptar, porque lo único que realmente acabará
con esta situación, es brindar oportunidades de
desarrollo a esas comunidades, distinta a empuñar un
arma y pelearse el control de la venta de drogas.